Revista Foro Ecuménico Social Número 6. 2009 | Page 8
Crisis y solidaridad
En parte son
el resultado
del crecimiento
humano, de grandes
avances, pero todos
estos acontecimientos
plantean interrogantes
éticos, son desafíos.
26• FORO
virus, de nuevo sin saber dónde podría
parar esto.
Peor es posiblemente la crisis de la
llamada proliferación de armas nucleares. Es claro que el problema está mal
resuelto con la posesión de armas por
parte de unos “grandes” que tienen
todo el derecho y otros, más o menos
“grandes”, que no tendrían que tener
ningún derecho en la materia, pero a veces llegan a obligar a los grandes, como
lo hicieron la India, el Pakistán, talvez
Israel (un grande chico, aunque realmente grande). Ahora el problema
gira alrededor de Corea del Norte
y de Irán… Desde fines de la
Segunda Guerra Mundial vivimos bajo paraguas, pero paraguas poco impermeables.
Con esto ya mencioné siete plagas. Claro que podría seguir... hasta lo político, hasta lo
espiritual.
¿Son plagas éticas? No son éticas en
sí mismas. En parte son el resultado del
crecimiento humano, de la densificación
de la población, del progreso científico
y técnico, de grandes avances, de lo que
el Concilio Vaticano II presentaba con
entusiasmo como la gran aventura de la
humanidad. La humanidad, o el hombre,
ha dicho por su cuenta el Papa Juan Pablo II, hijo típico de esta aventura, no ha
sido creado inmóvil, fijo, parado, sino él
mismo creador. Ya en este mundo y en
su tiempo, además, es cierto, para una
eternidad, quiere decir en serio.
Pero sí todos estos acontecimientos
plantean interrogantes éticos. Son desafíos, y el tema de reflexión cotidiano
debe entonces ser: “los desafíos de la civilización a la ética”. Obligan a discernir,
a eligir. En primer lugar, estos acontecimientos en gran parte inéditos convocan, en modo inédito, a la responsabilidad y a la solidaridad, pero precisamente
la contradicción es flagrante entre esta
necesidad y nuestra tendencia de hoy a
un individualismo total: la civilización
misma nos provee con tantas posibilidades individualizadas, casi anti-solidaridad
se puede decir. Así una educación mejor
da autonomía al individuo y hay tantos
instrumentos personalizados y miniaturizados, todos nuestros instrumentos
portátiles, computadoras, teléfonos, etc,
que aumentan dicha autonomía. Se juega
con todo tipo de instrumentos electrónicos, pero se juega cada vez más a solas.
Se puede vivir muy activamente todo el
día, o talvez aun durante la noche, delante de la computadora. Sin hablar del
transporte individual por automóvil.
Todo esto modifica profundamente la
personalidad. Sin embargo todas nuestras crisis dicen: ya no pueden vivir solos, aislados, sin compartir, sin organizar
juntos, sin pensar en los demás.
El “principio de responsabilidad”
explotó como un trueno hace algunos
años por el libro del filósofo alemán
Hans Jonas bajo este título... La humanidad se había acostumbrado a vivir con
conciencia de recursos inagotables y en
todo, en cuanto a la tierra misma, las
fronteras parecían muy lejanas; no parecía haber fronteras. El papa Juan XXIII,
ante el problema de la población mundial, en el año 1961, podía tranquilamente decir: no tengáis miedo, pueden contar con los recursos de la tierra; no decía
sin fin, pero parecía en efecto pensarlo.
Esto está escrito en su famosa encíclica
Mater et magistra.
Hoy día, más allá del pensamiento del
filósofo Jonas, uno se puede preguntar:
¿pero de cuántas generaciones tenemos
responsabilidad? ¿Tenemos responsabilidad de la persistencia de la humanidad en la tierra hasta que el sol haya quemado todo su hidrógeno? ¿O hasta que
después del bang inicial del universo se