Revista Foro Ecuménico Social Número 6. 2009 | Page 13

Crisis y solidaridad Federico H. Schäfer Una distribución más equitativa de la riqueza Pastor, presidente de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata Por un lado estamos asistiendo a una concentración cada vez mayor de grande capitales, con obtención de ganancias monstruosas por parte de algunas empresas y volúmenes astronómicos en la remuneración de sus funcionarios y personal directivo, mientras que por otro lado existen las pequeñas empresas que deben cerrar sus puertas por no poder competir en esta carrera por la maximización de las ganancias, lo cual acarrea desocupación y miseria para muchos de nuestros semejantes. Estoy pintando la situación con pinceladas de brocha gruesa. Pero no podemos negar que por un lado están los que no saben qué hacer con todo el dinero que obtienen y buscan sofisticados lujos en que gastarlo y por otro lado aquellos que apenas pueden sobrevivir o se mueren lisa y llanamente de hambre. Es un tema eminentemente ético, que tal vez a los que somos religiosos nos inquiete más que al empresario, por observarlo nosotros teóricamente desde afuera, mientras que el empresario está sumido en la práctica cotidiana y se halla absorbido por enfrentar la competencia, las especulaciones, presiones impositivas, políticas monetarias inestables o arbitrarias, apropiación de nuevas tecnologías, consecución de materias primas, etc. Lograr una distribución más ecuánime de la riqueza no es cosa fácil en una sociedad moderna de compleja estructura y embretada en complicadas interdependencias. Se da por sentado que los movimientos del mercado regularían esta distribución más o menos automáticamente. El Estado solo debería intervenir con sus leyes para marcar las reglas básicas de juego, contrarrestar desequilibrios graves y evitar o combatir abusos. Todo el mundo sabe que esto no es así, aunque no se lo quiera reconocer públicamente. La crisis económico-financiera que estamos transitando a nivel mundial demuestra precisamente, que el mercado no se regula automáticamente y que los Estados deben controlar e intervenir con más firmeza en los movimientos del mercado. Filosóficamente creo que tampoco tiene sentido volver a proponer soluciones que ya fueron ensayadas y demostraron su inutilidad. Las propuestas socialistas radicales, en lo referente, por ejemplo, a las remuneraciones por el trabajo, parten de la premisa La crisis económico-financiera mundial demuestra que el mercado no se regula automáticamente y que los Estados deben controlar e intervenir con más firmeza en los movimientos del mercado. FORO •31