Revista Foro Ecuménico Social Número 6. 2009 | Page 118
Responsabilidad Empresaria
Agregar valor
cultural a la
identidad de
la institución
es fundamental
para creer que la RSE
no es caridad
ni filantropía sino
una base más de
la formación de una
sociedad que
sustentará la vida
de la empresa.
Y es en ese concepto donde la RSE
puede cumplir un papel importante. No
voy a mencionar programas específicos. Si bien sostengo que las políticas
culturales son una obligación indelegable del Estado, simplemente es importante señalar que la RSE puede desarrollar ámbitos y acciones que incentiven la
construcción de valores. Esto se puede
lograr con distintos formatos y alcances.
En uno u otro espacio, lo que verdaderamente trasciende es la posibilidad de
modificar, de crear, y de incidir.
En un ámbito en donde las empresas
deben legitimarse frente a la comunidad
y donde todas las instituciones (tanto del
Estado como privadas) se convierten en
emisores y comunicadores, surge una
necesidad de diferenciación y creación de nuevos canales.
El llamado “Marketing Cultural”
ingresa dentro de estas nuevas
formas de comunicación con las
que cuenta una empresa para dar
a conocer su proyecto, objetivos y
compromiso social.
Según Joan Costa, “la identidad es
el ADN de la empresa, los cromosomas
de su génesis. Una institución se define de inmediato por dos parámetros: lo
que la empresa ES y lo que la empresa HACE”. Agregar valor cultural a la
identidad de la institución es uno de los
pasos fundamentales para comenzar a
creer que la Responsabilidad Social Empresaria no se conecta con la caridad ni
la filantropía, sino con una base más de
la formación de una sociedad que sustentará la vida de la empresa.
Según un estudio de Roitstein del
año 2003, en donde se analizan las acciones de RSE de las empresas que ope3
ran en Argentina (de capitales extranjeros y nacionales), todos los consultados
demuestran un amplio conocimiento
sobre el tema. Sin embargo, en cuanto a la relación de la RSE y la cultura,
los números muestran una necesidad de
acrecentar su vínculo: un 53% de las inversiones apoya la protección del medio
ambiente; el 41%, va dirigido a cuestiones sociales y educativas; y sólo un 6%
apoya las acciones en las áreas artísticas
y culturales.
“...Así como se invierte para utilizar
instrumentos de la política social propiamente dicha, o luchar contra la falta de
vivienda, desempleo o enfermedad, también es posible utilizar el poder de eventos culturales para cambiar la dirección
de un individuo en la sociedad y de participación soberana y democrática” (Pastor Barracho y Fortes Félix).
El desafío que debemos plantearnos,
entonces, para los próximos años, será
estrechar los vínculos entre la Responsabilidad Social Empresaria y la cultura.
Las empresas son conscientes de que
los avances de mediano y largo plazo se
dan en sociedades que estimulan la inteligencia y apoyan el conocimiento específico.
En tiempos en donde el Estado no
es el exclusivo proveedor de creatividad
y plataformas culturales, es necesaria la
articulación sincrónica de las sociedades,
el tercer sector, las empresas y el Estado. De este modo se puede reducir esa
brecha social en la que la cultura cumple
un papel fundamental. De esta vinculación –Estado, empresa y so 6