Revista Foro Ecuménico Social Número 12. 2015 | Page 34
Borges, trascendencia y religiosidad
En su gusto por
los caminos apartadizos
de lo habitual,
Borges propone
lo insólito y desvirtuador
de la creencia.
Heresiarcas y herejes
son objeto de
su atención.
Verdomar Weiss, Almagro,
Gilli y López Armengol.
Colegio de Médicos de
La Plata.
jías; en su gusto por los caminos apartadizos de lo habitual, Borges propone
lo insólito y desvirtuador de la creencia.
Heresiarcas y herejes son objeto de su
atención, por esta vía lateral o de contragolpe que proponen. Los planteos
heréticos son sorpresivos, y alteran los
encuadres tradicionales. Ese efecto es
lo primero que le interesa que enfrente
el lector. Lo sorpresivo, lo imprevisible.
No la verdad que propone tal o cual ortodoxia religiosa.
Sabemos que el efecto ficcional lo
atrae más que la verdad de las doctrinas, lo que genera una quiebra, una ruptura del dogma de la racionalidad. Con
Bioy habían planeado una editorial cuyo
nombre sería el lema: “Es necesario que
haya herejes, Oportet et haereses esse.
Como se sabe, se trata de una cita
de San Pablo en su primera carta a los
Corintios (11,17-19) que en latín reza así:
“Es bueno que haya herejes” / “conviene que haya herejes”. La forma impersonal oportet significa ‘es conveniente’ /
‘es necesario’ / ‘debe haber’. Como dicen algunos teólogos: para ayudar en su
trabajo definitorio a la teología. No es la
intención borgesiana, por supuesto.
5. No hay en Borges una voluntad de escandalizar ni de blasfemar, sino de sorprender. Sus planteos sobre Cristo o Judas no tienen la dimensión blasfemante
de Carducci, u ocasionalmente, para venir a lo de casa, Almafuerte. “Sus blasfemias son elaboradas y reticentes”, dice
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Leonardo Castellani, que es quien en
nuestro país ha prestado más atención a las relaciones de Borges con los
temas teológicos, con salidas y entradas
chuscas y humorísticas, según es su estilo.
Dice Castellani: “Efectivamente, Borges en el fondo es también teologal: hay un
teólogo y un filósofos frustrados en él. Si
volviese al mundo la sombra de su ascendiente Juan Cristóstomo Lafinur (17971824), toda la literatura de Borges sería
liquidada; porque, efectivamente, Lafinur
‘trató de reformar la filosofía purificándola de
sombras teológicas’, y la filosofía de Borges
–o su pensativa literatura, para ser exactos– está llena de sombras teológicas”.
La ficcion “Tres versiones de Judas”
maneja un procedimiento habitual en él:
la inversión, el traidor es el héroe, como
lo hizo en otras ficciones.
Es un error entender que Borges adhiere a lo que cuenta o desarrolla como
teoría en una de sus ficciones. Con este
criterio, debería creer en los milagros y
el peso de la trascendencia de Dios operando en uno, como de plantea en “El
milagro secreto”.
Hay tres términos calificativos que
se suelen mencionar cuado se habla de
Borges y sus relaciones con lo religioso
y la trascendencia: ateo, agnóstico y escéptico.
No hay en toda la obra completa de
Borges ni en esa suerte de cuarto género literario que originó después de
la lírica, la épica y la dramática, que es
la entrevista con Borges, –que se espacia por miles de páginas–, una sola línea
en que el autor se defina como ateo. Es
decir que Borges jamás se autodefinió
como tal, a diferencia de otros intelectuales que sí lo hicieron, y aun retiteradamente. Esto es un hecho. En tanto, en
otros campos de lo intelectual y de lo vital, se definió con precisión.
Sí, recuerdo un pasaje que propondría increencia en que dice que los cre-