Revista Foro Ecuménico Social Número 12. 2015 | Page 107
Responsabilidad Social y Ciudadana
la posición adoptada por los teóricos de
la llamada “tercera vía”, según los cuales es preciso separar la esfera económica del resto de la sociedad y utilizar la
primera como un instrumento para alcanzar los objetivos que se fija la segunda. Por otro lado encontramos la concepción del mercado como medio para
resolver el problema político. Se trata de
una concepción plenamente en sintonía
con el espíritu –y también con la práctica– del pensamiento neoliberal que, de
hecho, tiene como objetivo resolver el
problema político por vía esencialmente económica.
El horizonte hacia el cual tender consiste más bien en crear las condiciones
para una economía de mercado pluralista, donde puedan actuar, de forma autónoma e independiente, además de las
empresas lucrativas también entidades
económicas que, sin perseguir ganancias,
son igualmente capaces de generar valor añadido, y por lo tanto, riqueza. Estos son los sujetos que componen la variada constelación de las organizaciones
sin fines de lucro (cooperativas, empresas
sociales, fundaciones). Recuérdese que la
defensa de las razones de la libertad requiere que el pluralismo sea defendido no
sólo en el ámbito político –lo cual es obvio– sino también en el económico. Pluralista y democrática es, pues, la economía
en la que hay espacio, en primer lugar,
para más principios de organización económica –desde la búsqueda de beneficios
a la reciprocidad– sin que la postura institucional vigente privilegie, más o menos
abiertamente, uno u otro; y, en segundo
lugar, la economía en la que se permite al
consumidor no sólo elegir dentro de un
menú dado, sino también que él sea capaz
de “decir lo que piensa” acerca de la composición del mismo menú. Este es el sen-
tido del así llamado “voto con cartera”,
otro notable ejemplo de innovación social. (Piénsese en el cash-mob introducido
por primera vez en los EEUU en 2011).
Hoy se sabe que con el fin de garantizar la sostenibilidad de una economía de
mercado viable es necesario un aporte
continuo de valores procedentes de fuera del mercado, tal y como sugiere –en
otro frente– la paradoja de Böckenförde
según la cual el Estado liberal secularizado vive de presupuestos que ni siquiera
él mismo puede garantizar. El núcleo de
la paradoja radica en el hecho de que el
Estado liberal sólo puede existir si la libertad que promete a sus ciudadanos se
regula por la constitución moral de los
individuos y por estructuras sociales inspiradas en el bien común. Si, en cambio,
el Estado liberal intenta imponer esa regulación, entonces renuncia a su propio ser liberal, acabando por caer en el
mismo totalitarismo del que pretende
emanciparse. Mutatis mutandis, lo mismo
se puede decir del mercado. La economía de mercado postula ciertamente la
igualdad entre los participantes, pero genera ex-post desigualdad de resultados. Y
cuando la igualdad en el ser diverge cada
vez más de la igualdad en tener, es la razón misma del mercado la que se pone
en duda. En definitiva, trabajar para que
la economía de mercado vuelva a ser civil –como lo fue,
aunque por muy
poco tiempo, en
sus albores– es el
gran reto que la
empresa de hoy
debe ser capaz de
recoger dotándose de una dosis
masiva de coraje
e inteligencia. •
Crear las condiciones
para una economía
donde puedan
actuar, además de las
empresas lucrativas,
también entidades
económicas que, sin
perseguir ganancias,
son igualmente
capaces de generar
valor añadido, y por
lo tanto, riqueza.
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