Revista Foro Ecuménico Social Número 12. 2015 | Page 103

Borges y la trascendencia María Eugenia Estenssoro Borges y la felicidad Legisladora de la ciudad de Buenos Aires, fue senadora. Presidente de la Fundación Equidad. Periodista “Los Conjurados”, su último libro, publicado un año antes de morir, es un testamento del poeta y del hombre que finalmente encontró la felicidad, no sólo artística e intelectual sino también espiritual. Borges alcanzó en los últimos años de su vida la plenitud de su Ser. Eso es lo que busca un hombre o una mujer de fe: la felicidad del Ser. En términos espirituales, la felicidad no es un sentimiento, una emoción, un arrebato que sentimos cuando nos pasa algo deseado o agradable. La felicidad es mucho más. Es una virtud, un poder del alma, un estado de la mente que hay que cultivar. La felicidad se alcanza cuando logramos vivir en armonía, en verdad, honrando la propia vida así como la de los demás, y en comunión con la Creación. Creo que Borges, el supuesto agnóstico, conoció ese estado del ser. En el prólogo de “Los Conjurados” lo dice de claramente: “Al cabo de los años he observado que la belleza, como la felicidad es frecuente. No pasa un día en que no estemos, un instante, en el paraíso.” ¿No es hermoso? Un hombre de 86 años, ciego, al final de su días, dice con gran serenidad y sabiduría que la belleza y la felicidad son algo “frecuente”. Pero no habla sólo de sí mismo, habla del ser humano, de su posibilidad. Por eso en la segunda oración utiliza la terce- ra persona del plural: “No pasa un día en que no estemos, un instante, en el paraíso.” Borges nos dice que la belleza, la felicidad, el paraíso, están ahí, al alcance de la mano, diariamente. Depende de cada uno de nosotros el querer experimentarla o no. La felicidad es un aspecto poco explorado en relación a Borges (...). Para mí, lo más importante es que Borges en su madurez también conoció la felicidad. Gracias al azar, como diría él (...) logró divorciarse de Elsa Astete y encontrarse en Reykjavik, Islandia, con María Kodama, su joven asistente y discípula, de quien ya estaba secretamente enamorado. Desde allí le escribe a su madre, de noventa y pico de años, la siguiente postal: “Mucho más increíble que Islandia es el hecho de que María Kodama haya arribado aquí, con noticias suyas… Me siento muy feliz y estoy contando los días para la vuelta. Un beso. Georgie.” Esta postal es de 1971 y “Los Conjurados”, el libro que le dedica a María Kodama, es de 1985. Pasaron 14 años. En la primera página le hace una de las más magníficas declaraciones de amor. • Su último libro, publicado un año antes de morir, es un testamento del poeta y del hombre que finalmente encontró la felicidad. Estenssoro y Mons. Alberto Bochatey Texto completo en atriodelosgentiles.com.ar FORO •53