Revista Foro Ecuménico Social Número 11. 2015 | Page 66

Responsabilidad Social y Ciudadana La responsabilidad social debe ser complementaria de la responsabilidad cívica. Esto sería poner el acento en que los empresarios desde sus lugares y organizaciones busquen el fortalecimiento de las distintas instituciones del país. Urtubey, D’Amico, Goldin, Ravasi y Verdomar 64• FORO Visto así, existe un problema de comunicación entre la dirigencia empresaria y la sociedad en su conjunto. También podría decirse que es materia de reflexión la manera en la que los empresarios se organizan como sector de la sociedad y la dispersión de las organizaciones son un mensaje en sí mismo. Mejorar este estado de entendimiento podría ser una señal suficiente para comenzar ese proceso de identificación con un lugar de reconocimiento social, desde donde contribuir y desde donde comunicar. Es obvio que el buen proceder en la gestión empresaria es una condición sine qua non para este proceso. Esto implica operar dentro de lo exigido por la ley y las buenas prácticas empresarias en materia de calidad de productos y servicios. Se habla de que el concepto de la responsabilidad social debe ser complementario de la responsabilidad cívica. Esto sería poner el acento en que los empresarios desde sus lugares y organizaciones busquen el fortalecimiento de las distintas instituciones del país. Y aquí aparece otra de las necesidades: el diálogo. El diálogo entre empresarios y sectores de la dirigencia que gobierna el país es insustituible para aprovechar el aporte que cada sector puede hacer al mejor gobierno del país. El desafío entonces será cómo modificar lo que existe para lograrlo. El buen empresario debe recibir ayuda institucional del Estado, que en primera instancia podría resumirse en que sólo puedan actuar en el país aquellos que se encuadren dentro del marco legal y regulatorio vigente, de forma tal que la competencia sea leal y posible, y no permitir la destrucción de la formalidad en el ejercicio de la actividad privada. Finalmente, el concepto de responsabilidad social empresaria que supo ganar un espacio importante en los diferentes ámbitos empresarios y académicos puede entenderse como el aporte que la empresa realice a la sociedad superando el aporte que de por sí brinda con su existencia de “buena empresa” que comentamos antes. Es un excedente, o como se da en llamar ahora, una “externalidad positiva”, a través de programas específicos con los distintos públicos tanto internos como externos, que beneficien al bien común. Es difícil e injusto cuantificar las empresas que se encuentran desarrollando este tipo de programas ya que aquellas que sí lo hagan lo harán dentro de su dimensión. Así, una empresa pequeña puede realizar esta actividad, pero lo hará en el anonimato. Aquellas empresas que logren difusión de sus actividades podrán dar a conocer sus programas y serán los conocidos por la opinión pública. Entre las empresas “visibles” se pueden identificar por lo menos cuatro clases de comportamiento. Las empresas a las que no se les conoce externalidad positiva alguna. Las que pretenden mostrar externalidades positivas, pero que terminan siendo las mismas acciones de comercialización, imprescindibles para su gestión de ventas. Las que sí invierten en programas propios o de terceros y que son del tipo asistencial. Y, finalmente, el cuarto grupo, las empresas que invierten en programas específicos