Revista Foro Ecuménico Social Número 11. 2015 | Page 60

Responsabilidad Social y Ciudadana Bernardo Kliksberg Revalorizar la familia Galardonado con el Premio “Juntos Educar” por la Iglesia Católica de la Argentina, y con el Premio “a la Solidaridad y la Lucha por la Responsabilidad Social”, por Cáritas, la AMIA, y 50 organizaciones líderes de la sociedad civil del país Llueven Los extensos sectores de jóvenes desocupados, en la economía informal, o la marginalidad, tienen una “tasa de renuencia” a formar familia más alta. 58• FORO los mitos sobre una institución central en la vida de los seres humanos: la familia. Con frecuencia se escuchan voces que dicen que está condenada a la decadencia. Una reciente investigación (Hellwell y Grover, New York Times) encontró razones de peso para revalorizarla. Halló que las personas casadas tienen mayores niveles de felicidad y satisfacción en sus vidas después de su casamiento que en su soltería. No se trata solo del primer período del matrimonio. Hay beneficios de mediano y largo plazo, persistentes. Una clave es la amistad entre los cónyugues. Aquellos que consideran a su cónyugue su mejor amigo, tienen el doble de satisfacción vital del casamiento, que quienes no lograron construir esa amistad. Ella es fundamental en etapas como la “crisis de la mediana edad”, cuando las personas tienden a tener una baja en su satisfacción vital porque su carrera y las demandas familiares hacen subir sus niveles de stress. Los autores plantean: ”los mayores beneficios se dan en ambientes de alto stress. Las personas casadas pueden manejar mejor la crisis de la mitad de la vida que aquellas que no lo están, porque comparten la amistad y la carga”. Señalan que las personas tienen la capacidad de aumentar sus niveles de felicidad, encontrando apoyo en relaciones de largo plazo. Los datos dicen “llevan a replantear el casamiento en su conjunto. Probablemente lo que es realmente importante en él es la amistad, y no hay que olvidarse de eso, en las luchas de la vida diaria”. Sin embargo, formar una familia, no depende solo de la voluntad. Una de las más importantes desigualdades en el mundo actual, es que tienen muchas mejores posibilidades de conformarla los que tienen los recursos económicos y buena educación. La tasa de matrimonios y su estabilidad es menor en los estratos pobres. Los extensos sectores de jóvenes desocupados, en la economía informal, o la marginalidad, tienen una “tasa de renuencia” a formar familia más alta, porque entre otros factores no ven mayores posibilidades de viviendas dignas, y trabajos decentes. Los que a pesar de ello crean familias deben enfrentar incertidumbres laborales contínuas, que generan fuertes tensiones intrafamiliares, y una tendencia la implosión de las familias. Esta desigualdad en “el acceso a formar y mantener una familia” potencia las disparidades en ingresos, activos, y educación, que –a su vez– contribuyen a ellas, creando un “círculo perverso”.