Revista Foro Ecuménico Social Número 11. 2015 | Page 55
Borges y la trascendencia
María Eugenia Estenssoro
Borges y la felicidad
Legisladora de la ciudad de Buenos Aires, fue senadora.
Presidente de la Fundación Equidad. Periodista
“Los Conjurados”, su último libro, publicado un año antes de morir, es un testamento del poeta y del hombre que finalmente encontró la felicidad, no sólo
artística e intelectual sino también espiritual. Borges alcanzó en los últimos años
de su vida la plenitud de su Ser. Eso es lo
que busca un hombre o una mujer de fe:
la felicidad del Ser.
En términos espirituales, la felicidad
no es un sentimiento, una emoción, un
arrebato que sentimos cuando nos pasa
algo deseado o agradable. La felicidad es
mucho más. Es una virtud, un poder del
alma, un estado de la mente que hay que
cultivar. La felicidad se alcanza cuando
logramos vivir en armonía, en verdad,
honrando la propia vida así como la de
los demás, y en comunión con la Creación. Creo que Borges, el supuesto agnóstico, conoció ese estado del ser.
En el prólogo de “Los Conjurados”
lo dice de claramente:
“Al cabo de los años he observado que la belleza, como la felicidad es frecuente. No pasa un
día en que no estemos, un instante, en el paraíso.”
¿No es hermoso? Un hombre de 86
años, ciego, al final de su días, dice con
gran serenidad y sabiduría que la belleza
y la felicidad son algo “frecuente”.
Pero no habla sólo de sí mismo, habla del ser humano, de su posibilidad. Por
eso en la segunda oración utiliza la terce-
ra persona del plural: “No pasa un día en
que no estemos, un instante, en el paraíso.”
Borges nos d ice que la belleza, la felicidad, el paraíso, están ahí, al alcance de la
mano, diariamente. Depende de cada uno
de nosotros el querer experimentarla o no.
La felicidad es un aspecto poco explorado en relación a Borges (...).
Para mí, lo más importante es que
Borges en su madurez también conoció la felicidad. Gracias al azar, como diría él (...) logró divorciarse de Elsa Astete y encontrarse
en Reykjavik, Islandia, con María Kodama, su
joven asistente
y discípula, de
quien ya estaba secretamente enamorado.
Desde allí le escribe a su madre, de noventa y pico de
años, la siguiente postal: “Mucho más increíble que Islandia es el hecho de que María
Kodama haya arribado aquí, con noticias suyas… Me siento muy feliz y estoy contando los
días para la vuelta. Un beso. Georgie.”
Esta postal es de 1971 y “Los Conjurados”, el libro que le dedica a María
Kodama, es de 1985. Pasaron 14 años.
En la primera página le hace una de las
más magníficas declaraciones de amor. •
Su último libro,
publicado un año
antes de morir,
es un testamento del
poeta y del hombre
que finalmente
encontró la felicidad.
Estenssoro y
Mons. Alberto Bochatey
Texto completo en atriodelosgentiles.com.ar
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