Revista Foro Ecuménico Social Número 11. 2015 | Page 25
Atrio de los Gentiles en la Argentina
contemporánea. Actualmente preside,
en la Santa Sede, el Consejo Pontificio
de la Cultura. Tenerlo en nuestra tierra
nos llena de orgullo y gratitud.
En nuestra Diócesis tenemos la gracia de venerar al primer sacerdote argentino Beato, Padre José Gabriel del
Rosario Brochero, más conocido como
el ” Cura Brochero”, verdadero “Pastor con olor a oveja” que supo hacer
del diálogo, del encuentro y la amistad
con todos, creyentes y no creyentes, un
espacio para anunciar las verdades del
Evangelio como que Dios es Padre de
todos, y por lo tanto todos somos hermanos.
Que el Beato Cura Brochero, imagen
que le entregamos lo acompañe y bendiga en su fecundo ministerio de servicio
al mundo y a la Iglesia que hoy conduce y sirve nuestro querido Santo Padre el
Papa Francisco; él nos anima a buscar, en
el respeto y la escucha sincera del otro, la
verdad del ser humano, llamado a cultivar aquellas virtudes que lo engrandecen
y dignifican, abriendo así la puerta de su
corazón a Dios, que siempre ofrece una
esperanza que no defrauda.
Necesitamos un
“patio” común donde
podamos reunirnos
todos, sin excepción
de creencia, lengua,
color, donde
nos escuchen
los “maestros” y
nos ayuden
a tomar decisiones.
Hermana Theresa Varela
Encuentro con pueblos originarios
Vicepresidente del Foro Ecuménico Social. Presidente de la Fundación Misión Esperanza.
Cuando
por los años 20/19 antes de
Cristo fue reestructurado el Templo de
Jerusalén, se construyó también un espacio para reunir a los grandes maestros de la Ley con los gentiles o paganos,
gente que no conocían las leyes, que tenían otras creencias, otra cultura. Podían
encontrarse judíos y no judíos, paganos
y de otras creencias con los maestros de
la Ley para responder las preguntas de
la gente sobre Dios. Era un lugar de encuentro y diversidad.
Los encuentros con esas características son muy positivos, especialmente
en nuestros días que estamos llenos de
incertidumbres e interrogantes, a veces
con miedo de arriesgarnos, y vamos perdiendo el don de escuchar, de dialogar.
Entonces necesitamos un atrio, un
lugar, un “patio” común donde poda-
mos reunirnos todos, sin excepción
de creencia, lengua, color, donde nos escuchen
los “maestros” y
nos ayuden a tomar decisiones
a veces arriesgadas, a lanzarnos
en aguas difíciles,
nos ayuden a encontrar el camino
de la fe que nos da la fuerza necesaria
para enfrentar todas las dificultades que
se pre sentan y seguir adelante.
Estamos contentos de haberlo concretado también en San Marcos Sierras.
Pensamos que San Marcos reúne todas
las condiciones para un evento como ese,
FORO
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