Revista Foro Ecuménico Social Número 10. 2013 | Page 8

Diálogo Intercultural El Foro puso de relieve, a través de premios una infinidad de acciones solidarias de distintos grupos sociales o personas, ONG y empresas. La bondad “organizada” de muchos ha ido, y va, tejiendo una red fuerte y subterránea que sostiene, da fuerza y esperanza a muchísimos. 26• FORO así, al otro se lo mira como un posible peligro, como un competidor que quita espacios vitales, que puede poner en discusión las posiciones de bienestar adquirido. Y sin embargo, justo en estos tiempos de egoísmos individuales y de grupo, urge redescubrir la ética del “don”, de la gratuidad inesperada, que marca una fractura y una provocación saludable, una paradoja que nos obliga a un cambio de mentalidad y de vida, superando aquella visión mercantil y económica de la existencia, del poseer y del tener, que parece caracterizar la relaciones entre personas e instituciones, sea a nivel nacional como internacional. Hacerse cargo de las fatigas de los demás significa estar dispuestos a compartir lo que tenemos, lo que somos, exorcizando el miedo, hijo de la ignorancia que nos empuja a levantar muros, a construir barreras y ver enemigos al acecho por todos lados. Sin embargo, hemos salido de la barbarie del homo homini lupus a través de la acogida del mandamiento: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. Es desde aquí, en esta divisoria de aguas, que ha comenzado una nueva civilización. La historia no ha sido construida por las guerras, que siempre ha llevado a ruinas, sino por la acción revolucionaria del amor. Por eso, si miramos en las profundidades, mas allá de las superficie de las cosas, non damos cuenta que el bien actúa, a pesar de todo, entre los pliegues de los acontecimientos. Solo quien ama logra ver los fermentos del bien presentes en la sociedad. El bien no está en la primera página, opera en el silencio, entre las casas, en los barrios de nuestras ciudades, en las escuelas, en las iglesias de las periferias, en los hos- pitales. “Solo con el corazón se ve al bien. Lo esencial es invisible a los ojos”, dice el Principito. En cada persona alberga un germen de bien, de verdad, de amor y nadie es tan pobre como para no tener algo para compartir, algo de sí mismo, de su tiempo, de sus recursos morales, espirituales y materiales, con los demás. Todos, sin excepción, tenemos la necesidad de amar y de ser amados, acogidos y perdonados. La bondad está inscrita en nuestros cromosomas; la llevamos dentro de nosotros como un sello de humanidad. La bondad es una gran virtud cívica; es el fundamento de una nueva ciudadanía abierta hacia el futuro. Si nos quitáramos la miopía interior, se nos abriría todo un nuevo horizonte: personas, hombres y mujeres que en silencio y con generosidad se hacen cargo del peso y las fatigas de los demás, no como algo ocasional sino como un compromiso de vida. Nuestra propia conciencia advierte un cierto malestar por una vida no auténtica y sin sentido: porque en lo más hondo del alma del ser humano está la nostalgia del bien, el deseo de justicia y de verdad más allá de todo. En efecto, como afirmaba Paul Ricoeur: “El mal, por cuanto arraigado sea, no es tan profundo como la bondad”. En este sentido una de las tareas del Foro Ecuménico Social, en todos estos años, ha sido poner de relieve, a través del Premio al Emprendedor Solidario, una infinidad de acciones solidarias que distintos grupos sociales o personas individualmente, ONG o empresas, a lo largo y ancho de todo el país, han puesto en marcha y hoy en día siguen llevando adelante. La bondad “organizada” de muchos ha ido, y va, tejiendo una red fuerte y subterránea que sostiene, da fuerza y esperanza a muchísimas personas.