Revista Foro Ecuménico Social Número 10. 2013 | Page 57
Crisis ética y economía
ticos (que son percibidos más como parte del problema que de la solución) e incluso la Corona está en cuestión, cuando
nunca antes ha sido cuestionada por una
parte importante de los ciudadanos.
Finalmente, un quinto ámbito de
aprendizaje tiene que ver con las consecuencias políticas de las crisis económicas. En América Latina las crisis han
producido fenómenos de desarticulación del sistema de partidos, como en el
caso de Venezuela después de 1989, con
la aparición de actores que estaban fuera del sistema (como el chavismo) y también la transformación de los sistemas
existentes, como en el caso de Argentina
después de la crisis de 2003 (con la aparición del kirchnerismo).
Como se apunt ó más arriba, en España hay un importante descontento
con la clase política, percibida como el
tercer problema mayor de España según el CIS (con el paro y los problemas
económicos). Este descontento tiene su
expresión en el bajo porcentaje de intención de voto de los dos partidos tradicionales que han configurado un sistema bipartidista en los últimos 25 años y
que ahora no concitan apenas un 50 por
100 de intención de voto. Estas circunstancias pueden facilitar el desarrollo de
otras opciones políticas (circunstancia
que no tiene por qué ser negativa) y quizás sí más preocupante, el desarrollo de
opciones más radicales, como la extrema derecha xenófoba (como en Grecia).
Por tanto, puede concluirse que existen paralelismos entre la experiencia de
América Latina y lo que se está viviendo en el sur de Europa, aunque también
existen diferencias, ya que el nivel de
renta de España era en 2007, 28.517 dólares de 2005 per cápita en PPP, mientras que en América Latina en 1980 era
de solo 7.616 dólares, una cantidad casi
cuatro veces menor.
España y Europa pueden aprender
de la experiencia de AL para prevenir
problemas derivados de las consecuencias de la crisis. Entre estas enseñanzas
se han destacado aquí: la importancia
del pragmatismo, la necesidad de evitar la trampa de la austeridad excesiva, la
importancia de no descuidar la inversión
en capital humano y tecnología y de proteger la cohesión social y, finalmente, la
necesidad de estar atento a la evolución
de los sistemas políticos. •
Se ha destacado
la importancia del
pragmatismo,
la necesidad de
evitar la trampa
de la austeridad
excesiva, la
importancia de no
descuidar la inversión
en capital humano y
tecnología y de
proteger la cohesión
social, y la necesidad
de estar atento
a la evolución de
los sistemas políticos.
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