Revista Foro Ecuménico Social Número 10. 2013 | Page 32
Diálogo Intercultural
La pregunta
de Borges, pues,
se la interprete
como se la interprete,
es una pregunta que
debiera hacerse todo
cristiano y, a la larga,
todo hombre.
la vez, contemporáneas (lo cual es una
manera de comenzar a responder a la interrogación del final del primer problema). Ha visto también que los dos últimos poemas del libro (Juan López y John
Ward y Los Conjurados) afirman una solidaridad (“comunión”, se diría en términos cristianos) de la humanidad a partir de un vínculo que se entiende como
real (Caín y Abel eran hermanos). Ambos poemas son dos caras de una misma moneda: en el primero, la parcelación de la tierra que auspiciaba las guerras
hace que los hermanos sean víctimas asesinas. En el segundo, la
decisión de olvidar sus diferencias
y acentuar sus afinidades y de hacer crecer una torre de razón y de
firme fe, repone la fraternidad. A
lo largo de toda la obra de Borges hay un raro equilibrio entre
la idea de que cada hombre puede
ser todos, de que cada vida puede
ser vivida en nombre de otro, de que
un hombre puede ser todos los hombres o todo
para todos, como el Apóstol, y la idea de que
esto no desdibuja, sobre todo en el momento del sufrimiento, la identidad. Es
la idea de que los individuos no pueden
ser “sumados”, de que el dolor de cada
uno es único porque el dolor no es acumulable. Esto le permitió escribir: Por eso no
es injusto que una desobediencia en un jardín
contamine al género humano; por eso no es injusto que la crucifixión de un judío baste para
salvarlo.18
Es Graham también el que ha vinculado los dos últimos versos de Cristo en
la cruz con el artículo de Balthasar El olvido de Dios y los cristianos, del que copio
algunos párrafos: Cuando aparece el cristianismo, se dan cita en su mensaje lo griego y lo
judío, que chocan entre sí y parecen hechos lo
uno para lo otro: griego es el hombre que bus18
50• FORO
OC.I, p.493-494.
ca a Dios, judío el que ha sido encontrado por
Dios [...] y esto plantea un gran problema: ser
encontrado por Dios es algo que está tan por
encima de la búsqueda, que con su luz puede
ensombrecer y llegar a suprimir el mismo hecho
de buscar. El gran peligro es, pues, que los que
han sido encontrados se sientan como encontradores de Dios [...] Pablo establece justamente
con los griegos que lo divino no se deja encerrar
en el oro, la plata o el mármol, ni en el arte o
en los conceptos humanos; por eso hay que buscarlo siempre, preguntar siempre [...] No se entiende la revelación si no es como respuesta a
la pregunta de la humanidad. Si la pregunta
desaparece, se sustituye o se disminuye, resulta
superflua la respuesta: busquen y encontrarán
[...] La fe que busca conocer y explicar la revelación para defenderla de todo debilitamiento tiene sus peligros y, en su investigación, fue
cayendo en una racionalización inaudita de las
profundidades de Dios. Trazó los rastros de
una concepción de Cristo que correspondieran a
su propia necesidad de racionalización: Cristo
sería el Logos absoluto convertido en hombre, y
por ello habría que decir que sólo sufrió en las
dimensiones más bajas de su naturaleza humana, pero que lo más elevado de él permaneció
siempre en el gozo divino; pero la desgraciada
conclusión de estas elucubraciones sería que los
héroes de la tragedia griega sufrieron más hondamente que Cristo. Qué funesta seguridad en
el conocimiento de los misterios de Dios. Seguridad que destruye la respuesta al olvidar la búsqueda [...] En la encrucijada actual, lo decisivo
es la sinceridad y profundidad con que se plantee y se sienta la pregunta humana.
En medio de este artículo, Balthasar
recuerda la frase insistente de Agustín: Si
has entendido, no es Dios.
Años después, el teólogo suizo recoge el tema en su Teodramática, vinculando la pregunta humana, que no debe ser
abandonada, con la respuesta de Cristo
que se manifiesta contemporánea de esa