Revista Foro Ecuménico Social Número 10. 2013 | Page 21

Diálogo Intercultural tiempo detenido. Se trata de un hombre al que buscan y que lo van a fusilar, y que antes le pide a Dios que le conceda un minuto, para completar toda su obra, que quizás ese es el deseo y es el temor que llevamos todos nosotros, partir sin que hayamos dejado, terminado algo, cualquiera que sea esa obra. Es el tema universal que el director de “All that jazz” tomó tan bien, cuando en la escena en la que van a operar al coreógrafo él entra al quirófano y se ven las manos en la pantalla diciendo “Dios!”. Es decir, pide aquel instante que necesitaba para completar el ballet. El instante que va desde que lo abren, hasta que muere, es el instante en que completa todo su trabajo. En el epílogo que él escribió en “El Hacedor”, que hace referencia a una creación, que puede ser artística, de un artesano o de un médico, de cualquiera que es en realidad una vida bien cumplida, significando no sólo hacer algo, sino haciéndolo sin traicionarse, y que al final de ese trayecto lo que tengamos es nuestra propia cara, la que Dios ha de ver, la verdadera. Voy a leer esto de Borges porque me parece por demás bello: “Un hombre se propone la tarea de dibujar el mundo a lo largo de los años, puebla un espacio con imágenes de provincias, de reinos, de montañas, de naves, de islas, de peces, de habitaciones, de instrumentos, de astros, de caballos y de personas. Poco antes de morir, descubre que ese paciente laberinto de líneas traza la imagen de su cara”. Yo creo que eso debe ser la posibilidad de culminar, y de morir en paz con nosotros mismos. ¿Cuál es la postura de Borges ante el sufrimiento? Como todo hombre, no le gustaba el sufrimiento. Justamente me comentaba la agonía de sus abuelas, acotando que habían muerto “en su ley”. Por ejemplo, su abuela criolla, murió diciendo una palabrota: “Déjenme en paz...” En cambio, su abuela inglesa que era tan delicada, llamó a sus nietos y les dijo que no habla ningún motivo para alborotar la casa, porque lo que sucedía era que una mujer vieja estaba por morir, y que eso era normal a su edad, y que entonces nadie llorara, y que se calmaran todos. Borges me comentaba que esa forma de morir correspondía a lo más íntimo de ellas, y bueno, cuando me tocó a mi ver la muerte de personas que quise, comprendí que de algún modo lo relatado era verdad, y que ese famoso dicho “Genio y figura hasta la sepultura” era verdad; es decir la clase de muerte que vamos a tener, la forma en que vamos a asumirla, de algún modo está trazada por nuestra forma de vida y por nuestras creencias. Yo recuerdo que mi abuela, que era mujer muy católica, que había querido ser monja, cuando ella iba a morir, le pidió a mi madre que cerrara la ventana, y de pronto le dijo que no, que la dejara abierta. Y lo que yo recu erdo que me dejó muy impresionada, es que ella extendió sus brazos, y dijo: “Jesús, Jesús, ya voy”. Y murió. Al decir que era agnóstico, siempre fluctuaba entre la existencia y no existencia de algo después de la muerte. No podía creer en lugares como el cielo, purgatorio o el infierno. Para José María Porier, el cielo era descripto por Borges como una gran biblioteca. ¿Puedes agregar algo de la experiencia de paraíso que alentaba la esperanza de Borges? Al decir que era agnóstico, siempre fluctuaba entre la existencia y no existencia de algo después de la muerte. No podía creer en lugares como el cielo, purgatorio o el infierno. Una cosa así establecida. Le parecía que no iban con FORO •39