Panorama económico general
El panorama económico general de Argentina luce cada vez menos prometedor, aunque en el "relato" la economía esté más fuerte que nunca. El modelo a partir de 2003 se basaba en un tipo de cambio competitivo, superávit externo, superávit fiscal , amplia capacidad ociosa que permitía crecer con niveles de inversión reducida y desendeudamiento. La aplicación de políticas económicas incorrectas y tendientes a asegurar votos en el corto plazo generaron que los pilares del modelo"se desplomaran y se convirtieran en un tipo de cambio real atrasado, superávit externo acotado (y mantenido a base de trabas comerciales), déficit fiscal (incluso con los aportes del BCRA y la ANSES), capacidad ociosa nula (que requiere inversiones productivas mayores al 25% del PBI) y aumento, en términos absolutos, de la deuda pública. Además, hay que agregarle una inflación del 25% -cabe recordar que no se dispone de datos oficiales confiables de esta variable-. Este nivel inflacionario ubica a Argentina entre los tres países con mayor inflación a nivel mundial junto con Venezuela y la República Democrática del Congo.
Los problemas que se fueron generando por el despilfarro de recursos y la emisión monetaria para financiar este gasto comenzaron a ser tapados con soluciones improvisadas, de corto plazo
Así, la inflación, el mayor problema de la economía argentina, intentó ser tapado mediante la intervención del índice de precios, las multas a las consultoras que publicaran datos de inflación, los programas de pescado, milanesas y frutas para todos, restricciones a las exportaciones de vacunos y trigo, retenciones a los productos agrícolas, agroindustriales y derivados del petróleo (que separan el precio interno del externo), el congelamiento de precios de los servicios públicos y la utilización del dólar como "ancla" nominal. Todo esto trajo consigo toda una serie de problemas y nuevos parches que generaron nuevos inconvenientes.
El más importante de ellos, el atraso cambiario. La inflación genera aumentos de costos, si al mismo tiempo no se devalúa la moneda (ya que aa
no se quiere impulsar aún más la inflación y las expectativas negativas) el resultado es un aumento de costos en dólares de los bienes y servicios producidos en el país. Si los países con los que compite Argentina no presentan los mismos aumentos de los costos, el resultado es la pérdida de competitividad externa. Esta pérdida de competitividad trae aparejado mayores importaciones y menores exportaciones, lo que disminuye la disponibilidad de dólares de la economía.
Pero el gobierno requiere dólares para pagar la deuda externa y los privados para mantener el valor de sus ahorros ya que no confían en el peso. Así, la falta de dólares se soluciona mediante la imposición de restricciones a la importación y a la compra de dólares, reduciendo artificialmente las principales variables que impulsan la demanda. También, se permite al BCRA prestarle dólares al Tesoro para pagar deuda ya que éste por sí mismo no tiene fondos para hacerlo.
Por otro lado, el congelamiento de precios de los servicios públicos y de ciertas materias primas, sumado a la falta de previsibilidad de la economía y al constante cambio de las reglas de juego, provoca problemas financieros a las empresas dedicadas a estos rubros con la consecuencia directa de su quiebra, necesidad de subsidios o escasa inversión. Y con la consecuencia indirecta de la caída de producción de los bienes y servicios en cuestión, léase, petróleo, gas, electricidad, transporte, trigo, carne vacuna, entre otros.
Estas consecuencias son tapadas con nuevas soluciones imporovisadas y de corto plazo que también generan otros inconvenientes y cambios en las reglas de juego, lo que retroalimienta la desconfianza y la inseguridad jurídica con consecuencias directas sobre las inversiones productivas, el empleo y el ingreso de divisas al país.
La solución a este tipo de problemas es la aplicación de un política económica coherente y orientada a generar desarrollo sostenible en el largo plazo.
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