la misma posición. A decir verdad, con esta
maestría de vuelo los colibríes hacen ver
a sus competidores torpes y lentos, con
excepción del resto de colibríes, con los que
se enfrascan en impresionantes batallas
áreas dignas de una representación artís-
tica cuyo título sería “El arte de la guerra”.
Por lo general las peleas entre colibríes
son épicas batallas que implican dar lo
mejor de sí para salir victorioso; son peleas
fuertes, agresivas y constantes a lo largo
del día, lo que puede ocasionar severas
consecuencias, ya que en casos dramáticos
los combatientes pueden lesionarse gra-
vemente o salir de la arena aérea de com-
bate, lo que representa exponerse a de-
predadores. Para nuestras aguerridas
avecillas hay una amenaza aún mayor que
los competidores por el recurso alimenticio,
y es que diferentes especies los vean como
ser joyas aladas y delicadas, a pequeñas
aves de guerra en un campo de batalla
aéreo. El frente enemigo se dispersa há-
bilmente en el territorio del colibrí dueño
y lo supera en número, por ello debe de-
fender activamente su jardín y lo hace
usando sus armas más poderosas: su pico,
su velocidad de aleteo, su alta capacidad
de movimiento (80 aleteos por segundo),
el brillo de su plumaje, despliegues visua-
les, sus vocalizaciones, pero sin duda son
sus movimientos aerodinámicos la carac-
terística que lo convierte en el vencedor
de colosales combates aéreos.
El colibrí es todo un acróbata de élite,
es la única ave que puede volar en todas
las direcciones: adelante, atrás, arriba,
abajo, izquierda, derecha e incluso puede
dar vueltas sobre su propio eje o perma-
necer aparentemente estático al volar en
Para hacer notar su poderío ante un inminente combate aéreo, estos dos machos del colibrí multicolor muestran su maestría al vuelo
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