Revista Especies 2-18 jul-sep 2-18 | Page 29

la misma posición. A decir verdad, con esta maestría de vuelo los colibríes hacen ver a sus competidores torpes y lentos, con excepción del resto de colibríes, con los que se enfrascan en impresionantes batallas áreas dignas de una representación artís- tica cuyo título sería “El arte de la guerra”. Por lo general las peleas entre colibríes son épicas batallas que implican dar lo mejor de sí para salir victorioso; son peleas fuertes, agresivas y constantes a lo largo del día, lo que puede ocasionar severas consecuencias, ya que en casos dramáticos los combatientes pueden lesionarse gra- vemente o salir de la arena aérea de com- bate, lo que representa exponerse a de- predadores. Para nuestras aguerridas avecillas hay una amenaza aún mayor que los competidores por el recurso alimenticio, y es que diferentes especies los vean como ser joyas aladas y delicadas, a pequeñas aves de guerra en un campo de batalla aéreo. El frente enemigo se dispersa há- bilmente en el territorio del colibrí dueño y lo supera en número, por ello debe de- fender activamente su jardín y lo hace usando sus armas más poderosas: su pico, su velocidad de aleteo, su alta capacidad de movimiento (80 aleteos por segundo), el brillo de su plumaje, despliegues visua- les, sus vocalizaciones, pero sin duda son sus movimientos aerodinámicos la carac- terística que lo convierte en el vencedor de colosales combates aéreos. El colibrí es todo un acróbata de élite, es la única ave que puede volar en todas las direcciones: adelante, atrás, arriba, abajo, izquierda, derecha e incluso puede dar vueltas sobre su propio eje o perma- necer aparentemente estático al volar en Para hacer notar su poderío ante un inminente combate aéreo, estos dos machos del colibrí multicolor muestran su maestría al vuelo 27