las vueltas que dio para intentar regresar adonde dejó de ser,
las noches que perdió por tintarse la cara intentando resucitar a los muertos.
Mis ansias de comerme el mundo podrían haberla vomitado,
pero de repente solo, tos.
No creo que lo entiendan.
De hecho esa misma confusión me hace huir de mis caminos
y es que he intentado correr pero lo único que trae consigo
el movimiento son rozaduras
que una vez cicatrizadas
tatúan la palabra culpa.
Es lo que pasa
cuando te rodeas de la burbuja
que engloba a los peces de estanque;
pasa que tiendes a acabar pensando
que no eres más que uno de ellos.
Es difícil que lo entiendan.
Llevo meses persiguiendo sin cautela
las huellas que dejaba cuando sabía adonde me dirigía
y es que ahora solo dan vueltas en círculo,
y la velocidad me incita a acelerar
y es que en cada circunscripción, cuando me creo más cerca,
no hago sino derrapar,
y cada vez me roza más el suelo la barbilla
y entonces grito
berreo
pataleo la tierra que ha osado ponerse en mi camino
la muerdo, arrojo puñados
me arrastro tratando de volver a coger la carrerilla suficiente para volar.
Solo era cuestión de levantar un poco y hacer mi papel.
¿Es que no lo entienden?
Tos.