Polvo de oro.
Era polvo de oro,
brillaba cuando le miraban
esos faros que tenía por ojos.
Este polvo corría sin prisa,
sin prisa, hasta que veía su sonrisa.
Este polvo no veía esperanza por ningún lado,
e iba con sonrisa falsa
hasta que conoció su pelo rizado
y su cara blanca.
Este polvo no era mas que átomos.
Átomos sin percance,
con mentalidad tímida,
hasta ver su pelo azabache
y su voz, su voz le daba vida.
¡Ya no lo veo!
No lo encuentro,
quien ha sido
el viento
el frío viento del olvido.
¿Que siente el polvo?
¿Y qué dice?
Se siente desorientado, frustrado.
Y aún así enamorado.
Pero piensa en lo que ella le enseñó, a nunca rendirse,
a siempre ser feliz y libre.
Por ese momento el polvo lloró.
¡Pero se abrió una puerta!
El polvo la agarra fuerte de la mano
pero ella se suelta.
Ya no quiere estar,
hace un esfuerzo,
no quiere llorar,
siente un dolor grandísimo,
no se siente cuerdo,
pero se da cuenta que no esta solo,
tiene los recuerdos
y eso le hace brillar por si mismo.
El polvo sonríe risueño,
la ve feliz, quizás con otro
pero él tiene los recuerdos, y eso, eso nunca va a cambiar de dueño.
Hay otra sensación
el polvo escribe sus últimos versos de amor:
Querida musa,
al amor ya no le pongo cláusulas,
es cierto.
Ya no me faltan adjetivos tiernos,
ni hacerte estatuas con diferentes rocas
ni tampoco llevarte a Roma,
ni darte todos los besos que quería.
Mis versos solo van a ser tuyos,
ese es mi regalo de despedida,
no voy a tener para escribir otra excusa.
No voy a volver a tener una musa.
Y termino como esto empezó para mi,
te digo hasta pronto a ti,
y a los ojos más bellos del universo entero y del sistema solar, a tus ojos verde coral.
Ese lugar y sus estrellas.
Aquí, donde dejo estos versos escritos,
donde encuentro la maravillosa inspiración,
donde sonrío por lo sucedido,
donde canto esa rota canción
y donde recuerdo que el mundo es magnífico.
Ese lugar es bello.
Bello bajo todos los criterios,
donde te dueles del destino y sus coces.
Ese lugar solo aparece de noche,
donde encuentras el poético silencio,
te presentas a ti mismo, y a ti mismo te conoces.
Se encuentra bajo ellas,
sigue su senda,
pilla su honda
y sigue su diálogo.
Ellas saben
las gracias y desgracias
y quienes las causan,
mirándolas entiendo
que el cielo es un pozo
y el mundo es su agua.