GRAN PREMIO LATINOAMERICANO
montaña como espectacular telón de fon-
do, rodeado de localidades como Principal y
San Vicente, donde el pan amasado todavía
se calienta en hornos de barro cada día. Un
marco que se lo quisiera cualquier vista ávi-
da de naturaleza y tranquilidad.
Ahí tiene su casa el destacado preparador.
Todo condimentado con el canto de pá-
jaros matinal y la constelación de estrellas
nocturnas, con un frío por momentos in-
soportable en la noche, que contrasta con
el calor del día. Los caballos también gozan
de ese privilegio y vaya uno a saber cuánto
de esa paz se traspasa a sus organismos a la
hora de competir. El campo es de verdad
apoteósico.
“Tengo muy claro que las vacaciones son le-
gales y obligatorias, pero es que yo vivo todo
el año en un paraíso, entonces como que ni
me preocupa ese tema, la verdad. Vivir en
Pirque es soñado, un paraíso como les digo,
en donde uno se levanta muy temprano por
la mañana pensando únicamente en trabajar
en busca de los resultados esperados, ya que
la responsabilidad que tenemos a cargo es
muy grande. Ya habrá tiempo para salir a
pasear”, nos dice.
“YO ELEGÍ A MEMO ENTRE VA-
RIOS HIJOS DE MOCITO GUAPO
SUELTOS EN EL POTRERO”
La historia del gran defensor del Panter,
irreemplazable para Guillermo Aguirre de
acuerdo a su propio relato a El Turf.com,
comenzó de manera anecdótica. Debido
a la castración de otro pupilo, aprobada a
regañadientes por Teresa Solari, la criadora
le dio a elegir entre una decena de potrillos
de un año, con la amenaza que le pondría
Memo y lo castraría para que supiera lo
que se sentía y todo el mundo supiera que
Memo era castrado. El día de la elección,
Aguirre le dijo “me quedo con ese”, sin sa-
ber los nombres de cada promesa.
Lo cierto es que Francisco Cortés y su espo-
sa no podían creer que el preparador eligie-
ra justo al que llevaba su apelativo. La his-
toria completa la relata el latin-winner aquí:
“Todo partió cuando les pedí que castra-
ran a Mocito Cototo, lo que no les gustó
mucho. Entonces les dije que se lo llevaran
al campo porque no lo podía preparar así.
Pasaron unos días y la Tere me dijo que lo
hiciera, pero que algún día le pondría Memo
a un caballo y lo castraría para que todo el
medio se enterara. Al tiempo me invitó al
campo para elegir un nuevo pupilo entre
seis potrillos que andaban sueltos en el po-
trero, todos hijos de Mocito Guapo, y sin
que supiera sus nombres previamente, elegí
a Memo, un animal súper inteligente y dócil,
además de gran comedor después. Se lo en-
tregué a Daniel Lozano para que lo cuidara
y lo primero que le dije fue que por ningún
motivo lo castráramos y se preocupó de
manera especial por los testículos. Recuerdo
que él lo caminaba tres vueltas. Posterior-
mente a su gran campaña, Memo terminó
siendo un gran potro. Imagínense cómo ha-
bría sido todo de distinto si la amenaza de la
Tere se concretaba”. ET
MARZO 21, 2019 | REVISTA ELTURF.COM /
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