REVISTA El Observatorio de DITEC - Edición junio 2022 | Page 28

28

NICOLE VIERA : CON CEGUERA Y “ FE EN LA HUMANIDAD ”, NO SE DETUVO HASTA LLEGAR AL SODRE

Con veinte años , Nicole Viera es ciega y llegó como bailarina de ballet al Sodre , a través del Festival Sin Límites .
La racionalidad de la que habla Nicole Viera llevaría a que uno se sorprendiera al escuchar que es ciega , que es bailarina y que , con sus veinte años , ya pisó el escenario del Auditorio Nelly Goitiño . Fue en abril , en el Festival Sin Límites en la interpretación de El Hilo Rojo .
Para ella , bailar allí significó cumplir un sueño . No por eso una casualidad . Bailar allí fue el desenlace de una vida de ímpetu , en la que Nicole siempre intentó demostrar que ella sí podía .
El primer obstáculo vendría desde la cuna .
Cuando Nicole entra a la sala donde practica ballet tres veces por semana , se posiciona en su lugar : una de las puntas de la barra que utilizan las bailarinas para sostenerse , que está frente a un espejo .
Allí se refleja un rostro concentrado , un cuello que se estira de lado a lado , unos tobillos que suben y bajan . Calienta su cuerpo para no lastimarse . Mientras , sus compañeras llegan . Mujeres de un “ grupo de cuerpos diversos ”, diría Nicole , que conversan , se ríen . Ella sigue en lo suyo .
Su respeto al ballet también se ve sobre la mesa , a la hora de almorzar , cuando pide tortilla de papas con ensalada y agua sin gas . Nada de bulimia y anorexia , esos trastornos que se dice que son comunes en el ballet . Nada que pueda dañar su cuerpo , ni el de los animales . Por eso , es vegetariana .
— No puedo vivir con los signos de interrogación en mi vida . Mirá si no me dedico al ballet , llego a los treinta y pienso qué habría sido de mí si lo hubiera hecho . No creo en imponerme la infelicidad . La racionalidad , a veces , es eso .
Era 2001 en el CTI de algún hospital de Argentina : “ A la nena se le dio por nacer antes ”, diría Nicole . De treinta semanas y un kilo cuatrocientos . Un infortunio para sus padres , que estaban allí esperanzados por la -falsa- promesa de un mejor futuro . Padres que llegaron a vender torta fritas en el ómnibus para alimentar a la familia .
Padres que se encontraron un mes dentro de un sanatorio mientras que su primera hija se estabilizaba . “ Engordaba con ritmo y evolucionaba bien ”, recuerda Inés , la madre de Nicole . Su hija era una niña muy estimulada . Primera nieta , primera sobrina , primera bebé en una familia que le enseñó a caminar sobre una mesa mientras todos la festejaban a su alrededor . “ Podría haber salido mañosa , pero no ”, piensa Inés .
No se percató de la ceguera de su hija hasta que , alrededor de un año después , en el Hospital Maciel observaron que algo andaba mal con la vista . Primero , pensaron que eran cataratas . Luego , le diagnosticaron retinopatía congénita , una posible consecuencia de su prematurez .