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Después de todo ello, comimos en un parque ambientado en la época romana. Tenía muchas atracciones y lugares con sombra para comer al aire libre. Fue muy agradable estar allí.
A continuación, visitamos la reconstrucción de la villa romana, cuyo objetivo es que los niños puedan hacerse una idea concreta de cómo eran estas casas de campo por dentro y de cómo se vivía en ellas. Entramos por un recibidor que daba paso al peristilum, rodeado por columnas. La casa medía unos 2.200 metros cuadrados. Solo representaron la habitación femenina porque tiene más elementos decorativos que la masculina. Tenía tres zonas diferenciadas: una de tránsito donde accedían los esclavos de confianza, la antecámara, donde destaca el tocador con su joyero y el espejuelo y por último se encontraba el dormitorio. Luego, entramos en el triclinium, que debe su nombre a la forma de sus muebles. Los amos y sus invitados comían tendidos de lado, sin cuchillos ni tenedores y esta estancia tenía tres puertas: una para los esclavos, otra para la madre y otra para el pater-familias. Posteriormente, fuimos a ver las termas y después a ver el tablinium, que era el despacho del pater-familias, en donde recibía a los clientes. También vimos otras estancias como el caldarium (sala de baños calientes), el paritorio o los baños.
Por último, realizamos un taller de mosaicos. Este taller consistía en elaborar un mosaico de motivo geométrico con teselas de colores. Las teselas eran cuadrados de diferentes colores que se pegaban con cola blanca en una cartulina. Para poder realizar el mosaico, teníamos una guía en la cartulina y cada uno podía emplear los colores que quisiera.
En conclusión, nos lo hemos pasado muy bien, hemos aprendido mucho y nos encantaría volver a realizar una excursión similar con nuestros compañeros y profesores.
Ana Lorenzo Fincias, Alicia Gato Escudero, Alba Calvo Fernández del Campo, Alba Temprano Fernández, Erik Calvo Manzano y Rodrigo Carbajo Prieto (alumnos de Cultura Clásica de 2º de ESO).