Los juicios de San Roque
Segundo de Bachillerato de por sí siempre fue un curso temido por los alumnos, pero en añadidura, la inenarrable peste que asoló España conviertiéndola en la España vaciada, o para los más optimistas, la España holgada; agravó aún más este temor.
La dificultad del curso presente, la cualidad soporífera de los bozales, y la división de pupitres que ayudaban al ostracismo individual hicieron del año un sufrimiento continuo en el que la subyugación de la locura quedaba cada vez en un plano más secundario.
El momento de la hecatombe, ergo la EBAU, se acercaba inminentemente lo cuál no hacía más que agravar nuestra situación psicológica.
Pero había algo para lo que había sido útil tal flagelación: de tantos exámenes que hicimos y tanta práctica que tuvimos, simplemente me insensibilicé a los nervios y al malestar perpetuo, los gritos de socorro se ahogaban en la monotonía y la costumbre hasta que solo quedó calma y pasividad. La EBAU fue un paseo por el parque comparado con la odisea que habíamos pasado durante todo el curso, un martirio que parecía no tener fin. Estaba tan acostumbrado a hacer exámenes y a rendir al máximo diariamente que la EBAU no fue más que un repasillo final, en la cuál rendí soberbiamente.
Actualmente curso Ingeniería informática en Sistemas de Información aquí en Zamora, y aunque el primer semestre no fue más que una extensión del infierno de segundo de bachillerato por las clases de mañana y tarde y las sillas para cartabones que nos habían colado, he de decir que este segundo semestre ha sido de lo más placentero, con todos los viernes no lectivos y muchos menos exámenes. Además de estudiar lo que me gusta, un batiburrillo de contenidos en programación, matemáticas y electrónica. Todas las asignaturas de este año me parecen interesantes, y definitivamente, ha valido la pena cada segundo de sufrimiento para llegar hasta aquí.
Por Marcos Diez Alvarez
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un añodespues
Por Francisco J. García Cabrera. Departamento de Lengua castellana y Literatura
El curso de 2º de Bachillerato siempre comporta unos cambios, incertidumbres, toma de decisiones , etc., que alteran a todo el alumnado; es el momento de las dudas, los temores y, en cierto modo, el vértigo ante lo desconocido. Las líneas que siguen son testimonio de algunos de los compañeros que os han precedido y que sucintamente presentan su experiencia con el denominador común de que con esfuerzo y dedicación todo puede lograrse. Confío en que la lectura os sea provechosa. Mi más sincero agradecimiento a los alumnos de cursos anteriores que amablemente han colaborado en este número: Aarón Nogueira Velázquez, Víctor Hernández Pechero, Marcos Díez Álvarez, Lucía Carbajo Prieto., Laura Vega Escalero.
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