Nuestras Familias
Ya suman cuatro generaciones.
Los primeros progenitores
llegaron a Chile en 1955.
L
a historia de esta familia se inició en octubre de 1954 cuando en la
localidad riojana de Villoslada de Cameros, Juan José García Muro
y Victoria Sánchez Martínez, contrajeron matrimonio con el objeto
de radicarse posteriormente en Chile. A comienzos de 1955 ya
vivían en Santiago y Juan José trabajaba en el comercio de calzado de su
hermano mayor Elías, quien residía en el país desde 1940.
Fueron tiempos de grandes sacrificios y esfuerzos de adaptación a la
nueva tierra. Juan José –hoy de 87 años- recuerda que trabajaba hasta los
domingos cuando tenía su zapatería en el barrio Franklin, hasta lograr
instalarse con su negocio en calle Huérfanos. “Haga a su niño feliz, con
calzados Ritz”, rezaba el eslogan que inventó para sus productos.
Desde su infancia fue un gran aficionado a la práctica de la pelota vasca,
juego que continuó en Chile, inicialmente en el frontón del Estadio
Santa Laura. Tres años después se incorporó al Estadio Español, como el
socio Nº 374 y se sumó a la Sección Frontón. Ese fue el comienzo de una
relación estrecha de esta familia con la institución.
La llegada de sus tres hijos los fue acercando aún más a sus instalaciones.
Durante los veranos, los García Sánchez, acompañados por su madre,
participaron en los cursos de natación y en diversas actividades
deportivas. “Era una época en que vivíamos en el estadio. Pasábamos el día
completo. Nos veníamos en patota en la micro cargados de sanguchitos
para todos. ¿Quién iba a decir en ese entonces que Bernardita, que era
nuestra vecina, y de ese grupo, iba a ser mi nuera? La conocí cuando tenía
8 años… Si hasta en eso nos juntó el estadio. Nunca olvidaré ese tiempo
maravilloso”, recuerda Victoria, hoy convertida en bisabuela.
El resto del año, las visitas del grupo familiar en ese entonces eran más
esporádicas y se reducían a algunos fines de semana y a las celebraciones
especiales de la colectividad riojana.
Surge la nostalgia al echar atrás el calendario. “En los años 60 y 70, todo
acá tenía un carácter tremendamente familiar. Los socios eran pocos y en
su mayoría nos conocíamos. Aunque por esta misma razón el estadio no
tenía la vitalidad de hoy”.
Entretanto, Juan José siguió jugando frecuentemente pelota vasca hasta
1993, y otra entretención que lo convocó en los salones de la institución
fue el juego de mus, uno de sus pasatiempos favoritos hasta hoy, aunque
se queja de que cada día van quedando menos jugadores.
Los hijos del matrimonio se han mantenido también ligados al estadio.
Juan Antonio participó en el directorio de la colectividad riojana desde
1980 y hasta hace dos años, además de colaborar en variadas actividades
culturales. María Victoria es presidenta de la Rama de Patinaje Artístico
desde hace más de una década. Y el menor, Fernando Javier, practica
desde muy joven pelota vasca, deporte en el que obtuvo una medalla de
bronce en los Juegos Panamericanos de 1995.
Asimismo, la tercera generación familiar está formada por seis nietos,
que también han participado activamente, en especial las niñas, cultoras
del patinaje artístico.
Los iniciadores de esta familia, Juan José y Victoria, mantienen un
sentimiento común: “el estadio ha sido una segunda casa para todos
nosotros y tenerlo cerca, una bendición”. Por eso se preocupan de
reunirlos a todos para celebrar los cumpleaños y otras fiestas en sus
comedores.
A fines del año pasado comenzó a asomarse la cuarta generación, con
el nacimiento del pequeño Juan José García, quien ya disfruta en los
columpios de la mano de sus padres y abuelos. Este niño, y otro que
viene en camino, son por ahora quienes continuarán la saga familiar
ligada al estadio.
Mientras tanto, Juan José García Muro, continúa a diario traspasando el
umbral de Nevería 4855, lugar de encuentro con su familia, sus amigos y
sus recuerdos. “A veces vengo en la mañana y otros días en la tarde, pero
no falto”, asegura.