Revista EESPAÑOL 17 | Page 2

José Manuel Ricalde EN LA GÉNESIS DE LA INSTITUCIÓN J osé Manuel Ricalde Fernández recuerda como si fuera ayer su primera visita a las hijuelas del fundo San Pascual, en Las Condes, donde poco tiempo después se empezaría a construir el Estadio Español, un centro destinado a la colonia residente que buscaba estrechar los lazos y no perder las raíces hispanas. Ahora en Viña del Mar, sentado en su escritorio frente al mar, evoca esos tiempos “maravillosos” ligados a la institución y a la colectividad asturiana, tiempos que agradece y que lo ayudan a perpetuar el optimismo que ha caracterizado su andar, pese a estar aquejado hace un par de años de una dura enfermedad. “Tendría unos 15 años –recuerda-, cuando, estando en la ferretería de mi papá, seguramente porque yo había pasado a pedir algo de plata como siempre lo hacen los mozuelos, llega justo don José Vega, secretario de la Unión Española, y nos invita a ver unos terrenos que estaban vendiendo. Contó que en la reunión de la noche anterior, el Directorio le había asignado ir a ver esas hijuelas para informar, ya que habían decidido construir un estadio con canchas de fútbol y piscina. Vamos a verlas rapaz, me dijo... Don José era de Panes, del mismo pueblo de Asturias de mi padre, un verdadero visionario. Cuando vio esos terrenos, donde habían unas vacas pastando y unas vasijas gigantes de greda en el centro, señaló que la ubicación era estupenda, que si no lo compraba la Unión Española, lo compraría él… Y así, de pura casualidad, fui uno de los primeros que pisé esos potreros”. Y como adolescente soñador, no dejó de pensar en el estadio prometido. “Todos los días, a la salida del colegio me montaba en mi bicicleta y pedaleaba hasta allá. Esas vasijas de greda eran mi punto de ubicación. Allí me sentaba a descansar y añoraba que pronto se hicieran realidad esas canchas…” No pasó demasiado tiempo y pudo empezar a disfrutarlas. El frontón fue su preferido y las tardes de piscina llenaron sus veranos. Fue en esas dependencias, en Nevería, donde José Manuel Ricalde conoció a Consuelo Borbolla Aceval, cuando siendo todavía una niña bailaba en el grupo de baile asturiano. Más tarde fue presidenta de la Rama de Danzas Españolas, cargo que mantuvo durante más de una década. Este año, la pareja celebró 61 años de matrimonio. Cinco hijos –uno de los cuales ya falleció-, diecinueve nietos y cinco bisnietos, más otro en camino, completan la familia que hoy llena los espacios y sus vidas. Aunque no es parte de los socios fundadores, siendo un adolescente conoció los terrenos donde se construiría el estadio y de inmediato comprometió su corazón a la causa hispana. Durante 10 años, fue presidente de la Rama de Frontón, deporte que jugó durante 45 años, y muchos fueron los logros en ese período. Uno de ellos fue “la iluminación de las canchas, que permitió jugar en la noche. Se aprovechaba más. Los socios salían del trabajo y se iban al frontón. Después se pasaban al bar, a tomar una copa, jugar dominó o cartas… Uno hacía mucha vida en el estadio, era de verdad la segunda casa”, cuenta este socio, quien tiene en su currículo personal el haber sido el primer gimnasta del estadio. “Cuando partieron las clases con un profesor, me inscribí de inmediato. Es que siempre he sido muy deportista. Incluso ahora, en el gimnasio de mi edificio, lo hago acompañado de un kinesiólogo”, recalca con sus ojos celestes llenos de añoranzas. Hombre moderno para sus tiempos, vanguardista, escuchador y gran conversador, pausado, estudioso de la medicina y lector innato, José Manuel Ricalde –a sus 86 años- no ha cambiado su esencia. Consejero de sus hijos, confidente de sus nietas y corrector de trabajos universitarios o escolares de sus regalones, asegura que no tiene tiempo para aburrirse. Las últimas labores que realizó en el Estadio Español fueron de cobranzas. “Por el año 85 cerramos la ferretería que teníamos en Providencia con Pedro de Valdivia, y como yo era amigo de todo el estadio, me encargaron cobrar las cuentas. Lo hice durante unos 12 años más o menos, pero no podría decir que fue un trabajo, porque todo se me daba muy fácil. No era para nada estresante”. Hace dos décadas, se estableció en Viña del Mar. Un tiempo se desempeñó como gerente general del Estadio Español de Recreo, pero su lazo afectivo había quedado atado para siempre en Santiago. “Acá también hay una colonia asturiana y participamos bastante. Consuelo está en el coro. Pero para mí nunca volvió a ser como en nuestro estadio, en Santiago, donde me sentía en casa”. 2 ¡Y cómo no!, si siendo casi un niño estuvo en la génesis del proyecto, sin soñar siquiera en lo que llegaría a convertirse con los años esta institución hispana.