Revista Dracma Septiembre | Page 16

14 Informe Especial Sin duda es difícil hablar de crecimiento si la desigualdad impera en una sociedad. La desigualdad se convierte en un obstáculo y perjudica el crecimiento. Dr. oec. Rómulo Sánchez Leytón Departamento de economía UNAN-MANAGUA Publicación reciente: Reflexiones sobre economía desde Nicaragua. Crecimiento económico y desigualdad E ntre los científicos sociales existe consenso en reducir la desigualdad y por lo tanto luchar sin descanso contra ese flagelo. De otra parte, las políticas macroeconómicas pueden incidir de manera efectiva en atenuar la desigualdad. Si hay acuerdo que la desigualdad es un problema de lo que se trata de resolver éste último. Eso significa invertir más en salud, focalizar el gasto en educación y, no menos, revisar las estructuras fiscales y pasar a impuestos más progresivos, sin afectar la eficiencia económica. Hablar del crecimiento y la desigualdad puede significar tratar dos temas incompatibles, en efecto lo son. Si en una sociedad se produce crecimiento económico y campea la desigualdad, el Producto Interno Bruto (PIB) es sólo un fetiche. Aunque el crecimiento del PIB no es automáticamente equivalente a bienestar. Y es que se necesita un crecimiento que tome en cuenta la Tierra, el clima, la gente y sus necesidades. Es trascendente superar las intensidades de emisiones de carbono para reducir el impacto climático que aqueja a la humanidad. Un aspecto importante en el quehacer de la ciencia económica es la búsqueda constante del equilibrio entre el crecimiento y el desarrollo económico. De otra forma, se tiene la responsabilidad de humanizar el crecimiento. Como asevera el sociólogo francés Edgar Morin la economía es al mismo tiempo, “la ciencia social matemáticamente más avanzada, y la ciencia social y humanamente más retrasada, pues se abstrae de las condiciones sociales, históricas, políticas, psicológicas y ecológicas que son inseparables de las actividades económicas”.1 Pero no todos son partidarios del crecimiento, también en los noventa se comenzó a hablar del decrecimiento o acrecimiento, su ideólogo y divulgador el francés Serge Latouche señala que “cuando un río se desborda, todos deseamos que decrezca para que las aguas vuelvan a su cauce”. Su