Revista Digital Curare Julio 2018 2 | Página 19

Esto permite concebir el DPM como un proceso que posibilita al niño realizar actividades progresivamente más complejas y consecutivas o secuenciales. Por ejemplo, para adquirir la marcha, un niño debe antes poder sentarse, gatear, pararse y finalmente caminar. Una de las particularidades del desarrollo psicomotor es la existencia de variaciones entre un niño y otro. Estas variaciones en los niños pequeños, dificultan a menudo distinguir entre los cambios que podrían considerarse normales o esperables y los retrasos de maduración provenientes de desórdenes temporales o permanentes, siendo cada camino diferente y particular.

El desarrollo psicomotor (DPM) resulta de la interacción de factores propios del individuo (biológicos) y aquellos vinculados a determinantes del contexto psicosocial (familia, estímulos en su ambiente de desarrollo, condiciones de vida, entre otras).

Es por ello, que existe edad media o estándar en la que se desarrollan o adquieren ciertas habilidades en dicho desarrollo, más sin embargo, también hay que considerar que hay márgenes de variabilidad que se toman como parámetro dependiendo de las características de cada niño.

Esto es así porque durante el desarrollo, la adquisición progresiva de funciones no se realiza según un programa secuencial rígido, sino que por el contrario, presenta variaciones en el ritmo o tiempo de desarrollo que requiere cada nueva habilidad lograda, así como también en la edad cronológica en que es esperable el logro de una habilidad o evento determinado.

El desarrollo psicomotor es un proceso gradual y continuo en el cual es posible identificar etapas de creciente nivel de complejidad, que se caracteriza por la adquisición continua y progresiva de habilidades a lo largo de la infancia, con una secuencia similar en todos los niños pero con un ritmo variable, periodo de gran plasticidad y muy sensible a los estímulos externos.