Revista de viajes Magellan Octubre 2017 | Page 59

de las veces la soledad, en medio de toda la vorágine. También podía ver a Nothom, o a sus personajes, dirigiéndose a las oficinas de una gran empresa donde se sentía explotada, aislada e incomprendida por su condición de extranjera aunque hablara japonés perfecta- mente. Delante de la estatua de Hachiko que está enfrente de la estación de Shibuya, nos es fácil imaginar a este perro corriendo hacia su dueño para luego quedarse un día así, inmó- vil, de piedra, hasta morir. Sí, he entrado en todas las librerías que he podido, y he salido de ellas con una anun- ciada frustración, nunca seré capaz de leer literatura japonesa en versión original. Pero sumergirme en los templos del papel siempre me satisface. Miro, huelo, hojeo y ya está. ARMONÍA Arashiyama posee un bosque de bambú que permite recorrer un espacio de ambiente mis- terioso y a la vez apacible, que invita a jugar con la vista entre las cañas. En Shirakawa, las casas antiguas, rodea- das por canales estrechos en los que nadan abundantes carpas, algunas de ellas de gran tamaño, los huertos y la montaña que escon- de algún diminuto cementerio, una campana, una tori y un templo, invitan a imaginarnos una sociedad ancestral en plena naturaleza. Llueve, llueve, pero no nos importa mojar- nos. Por la tarde luce el sol y percibimos dis- tintos colores. Volvemos a casa al cabo de tres semanas más ricos que nos fuimos, llenos de la luz del país del sol naciente, de haber experimenta- do al menos estos ocho sentimientos, número significativo para los japoneses que tienen un lado supersticioso importante, y seguro que alguno más, como la tristeza de partir sabien- do que hemos dejado mucho por ver y la ale- gría de poder volver algún día. v El bosque de bambú de Arashiyama 59