"... el cambio de paradigma busca reorientar la económica hacia una organización que garantice no un crecimiento ilimitado, sino que quienes menos tienen en la sociedad obtengan unos ingresos que les sean suficientes para tener un nivel de vida digno."
El bien agregado es diferente al bien común. Este último tiene tres características que el primero no tiene por qué cumplir: está al servicio de las personas, llega a todas y cada una de las personas, y es sostenible en el tiempo, de modo que, no solo llega a todas las personas de ahora, sino también a las generaciones que vienen detrás.
El crecimiento económico no cumple con estas tres características porque se puede crecer económicamente sin que llegue a todos, basta con que una persona sume sin que otra reste o restando menos de lo que ha sumado, para que tengamos más entre todos. Si el que tiene siete, pasa a tener diez, aunque el que tiene cuatro se quede en igual, o incluso pierda uno, el resultado es 2 o 3 más que antes y eso redunda en crecimiento económico.
Además, el crecimiento económico no es sostenible. Como hemos apuntado con anterioridad tener más y más sin límite no es sostenible en el tiempo. No podemos producir ilimitadamente con recursos limitados, y esto todavía se puede hacer menos si consideramos que el crecimiento se comporta de una manera exponencial, ya que
cuando queremos crecer un 3% anual (como es el objetivo que normalmente se plantea), ese porcentaje no es lo mismo si tenemos 100 (el 3% será entonces 3) que si tenemos 200 (en cuyo caso será 6) o 300 (9). Es decir, cuando más tenemos, incrementar la producción en el mismo porcentaje supone un crecimiento mayor.
Plantear un objetivo económico en clave de bien común implica pasar de buscar “tener más entre todos” (como hace el crecimiento económico) a buscar que nuestra organización económica consiga que “todos tengan, al menos, lo suficiente”.
Es decir, el cambio de paradigma busca reorientar la económica hacia una organización
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