revista de pensamiento crítico y reconocimiento. | Page 87

frente a los que no lo saben, la sociedad no crece. Precisamos de minorías convencidas de que lo suyo es bueno para todos y que, además, lo anuncien, lo compartan y estén dispuestas a sacrificar algo de su pureza original para que su manera de ver el mundo se generalice.

Todos somos iguales en dignidad. Hay mucha gente que piensan que algunas personas tienen más valor que otras, que no todos somos iguales. Sin embargo, la igualdad en dignidad de las personas es un cimiento sobre el que construir la nueva economía. Eso significa que la opinión del otro es tan válida como la mía.

Hay que buscar más el convencimiento que los incentivos. Estamos en la sociedad de los incentivos que se basan en una antropología negativa, que entiende que las personas se mueven por intereses, y, por tanto, necesitan incentivos para que su comportamiento se dirija hacia otra meta no egoísta. Los alumnos de economía lo estudian en los primeros temas de sus cursos de introducción. Los principales manuales universitarios de economía lo expresan así. Sin embargo, los cristianos pensamos que las personas somos capaces de hacer lo mejor y lo peor. Por ello apostamos, no por los incentivos, sino por cultivar la parte positiva de las personas para que actúen por convencimiento.

Podemos construir estructuras virtuosas. Los cristianos hablamos de estructuras de pecado, pero también es posible construir buenas estructuras en las que las personas involucradas en ellas tengan fácil hacer el bien y tengan que ser unos héroes si quieren, precisamente, hacer lo contrario.

A partir de estas premisas, podemos construir un nuevo paradigma económico, desde el consenso, porque todas ellas pueden ser consensuadas con personas o grupos que no se consideren cristianos. Llegar a un acuerdo sobre estas premisas, permite construir un paradigma diferente en el que se encuentren distintas maneras de ver e mundo y diferentes personas que provengan de tradiciones distintas pero que busquen poner la organización económica al servicio del bien común.

Modificar el objetivo económico

El primer paso esencial para poder construir un nuevo paradigma es cambiar de objetivo económico, desde el bien agregado al bien común. El objetivo actual es el aumento del producto interior bruto (PIB), el crecimiento económico, que suma el bien individual de cada uno, lo que producimos cada uno de nosotros. Da igual quien sume, lo importante es que el PIB crezca, que la suma sea superior independientemente de cómo esté repartida esta. Se trata por ello de una medida agregada en la que lo único que importa es el resultado final de la agregación.

"El diálogo implica escucha. Si alguien plantea algo que sale de su corazón, intento poner eso en el mío, para que al final podamos buscar soluciones en común. Necesitamos conversar, escuchar, intentar llegar a conclusiones comunes."

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