revista de pensamiento crítico y reconocimiento. | Page 52

Para los adolescentes no salir supone inicialmente una privación grave de libertad. Pensamos en los adolescentes como esos personajes que habiendo dejado de ser niños no alcanzan a ser adultos, que tienen dificultades para expresar sus sentimientos y también problemas de relación con sus progenitores.

Este confinamiento obligado nos va a mostrar su sensibilidad, su aceptación y su comprensión.

Es verdad que los adolescentes requieren, precisan, necesitan de su espacio, y también de su intimidad. Ellos precisan de estar conectados con su grupo de iguales, con su grupo de referencia, y no solo con el de pertenencia.

Esta situación sorprendente les obliga a redecorar su existencia, a plantear: ¿Quién soy?, ¿dónde estoy?, ¿con quién me relaciono?

Hoy, en los hogares del mundo hijos y padres comparten ansiedades, frustraciones, impotencias, angustias, anhelos y esperanzas.

A los adolescentes, que en una sociedad sobreprotectora no les son común los límites y las prohibiciones les ha dejado perplejos, y quizás al inicio cariacontecidos, un momento de prohibiciones extremas que no han sido impuestas por sus padres, sino por los distintos Estados. Ante ello a los adolescentes no les va a ser fácil expresar con palabras lo que sienten, lo que elaboran, pero repito: van a sorprender positiva y mayoritariamente van a reconvertir el egoísmo en solidaridad, en generosidad.

Los adolescentes son tiernos, son emocionales, y cuando vean a sus padres derrotados ante la debacle económica serán ellos quien poniéndose en su lugar los apoyen.

Hemos de dar a los adolescentes la posibilidad de ayudar, de comprometerse, de mostrarse responsables, de mostrar lo mejor de ellos mismos, de compartir. Usemos el sentido del humor, a los adolescentes les encanta, se ríen a veces de todo, también de nosotros mismos. Es verdad que en otros momentos están picajosos y parecieran distintos, o diferentes, o distantes. No lo están. Y es que a los padres nos gusta decir que adoramos a nuestros hijos, que daríamos la vida por nuestros hijos, y por contra, los hijos no lo dicen, pero también lo sienten.

decir que adoramos a nuestros hijos, que daríamos la vida por nuestros hijos, y por contra, los hijos no lo dicen, pero también lo sienten.

Hemos de ser con los adolescentes flexibles en los tiempos que precisan para su conexión social con los iguales, con los amigos, con los colegas, con los compañeros. Para ellos, las redes sociales aquí y ahora son como verdaderos nutrientes. Los progenitores hemos de estar operativos para cuando los adolescentes emitan señales, y recuerden que muchas veces estas son indirectas.

Hemos de apoyar junto a nuestros adolescentes el mantenimiento de la salud física, la psicohigiene, la correcta alimentación. Eso sí, en una situación como esta, que es extraordinaria, permitamos y permitámonos algo extraordinario, algo que sea fuera de la norma.

Insisto en que hay que transmitir a los adolescentes confianza, supervisada, pero confianza en el reparto de las horas del día. Para la higiene, para estudiar, para participar en actividades domésticas, en juegos grupales, etc.

Eso sí, tendremos que estar atentos a algunos riesgos.

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