revista de pensamiento crítico y reconocimiento. | страница 173

En primer lugar, lo que ocurra en el proceso de desescalada que actualmente estamos viviendo. Aún tenemos que experimentar cómo reaccionará la sociedad si se producen nuevos brotes de contagio.

Puede que aflore entonces otra dimensión de nuestra relación como sociedad: las críticas de ciudadanos entre sí acusándose unos a otros de haber provocado un nuevo brote de la pandemia por haber organizado fiestas, por no haber respetado las distancias… Todo lo ganado en cuando a unión como sociedad puede volverse frágil en esa situación.

También será importante el tiempo que se tarde en disponer de medicamentos efectivos para tratar la enfermedad o de una vacuna efectiva, que den la sensación a la población de que este peligro ha pasado.

Si el tiempo es largo, nuestra sensación de fragilidad calará de manera más profunda y se recordará por más tiempo. También porque sus efectos sobre la economía serán en consecuencia, más profundos y duraderos.

"Un “buen ciudadano” no surge de un día para otro, se forja a lo largo de una vida"

Pero si los medicamentos estuvieran disponibles en un tiempo más rápido de lo previsto, y la economía logra recuperarse en un plazo razonable, quizás la población se olvide también antes de las penurias sufridas.

En todo caso, en cuanto pase la pandemia y la economía se recupere, me temo que el carácter de las personas se parecerá mucho al de antes.

Porque una pandemia no es una situación habitual, sino excepcional, y cuando perdamos de vista la sensación de encontrarnos en una situación excepcional, cuando pensemos que disponemos de las vacunas o los medicamentos que permiten enfrentar a aquello que causó la pandemia y, cuando pensemos que estamos preparados con material suficiente para afrontar otra pandemia similar, volveremos a una nueva normalidad. Y en la nueva normalidad, los ciudadanos serán como han sido hasta ahora.

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