revista de pensamiento crítico y reconocimiento. | Page 157

Ciudad justa,

ciudad ética

Adela Cortina

Muchas gracias al Ayuntamiento de Valencia por la invitación a estar aquí esta mañana en estas reuniones de intento de reconstrucción de la ciudad, que más que intento de reconstrucción de la ciudad es un intento de seguir construyéndola porque, afortunadamente, no está destrozada. Eludiendo aquellos espacios en los que hay debilidades y potenciando aquellos otros puntos que vemos que son fortalezas. Creo que esa es nuestra intención y que, a lo largo de esta fase de pandemia, hemos descubierto muchas debilidades que hay que suplir y fortalezas que hay que reforzar. En ese sentido es en el que yo voy a intentar intervenir .

Desde esta perspectiva, por que creo, como muchos nosotros lo pensamos, es un momento de dar razones fundadas para la esperanza. Vivimos tiempos recios y en estos tiempos recios las gentes necesitamos esperanzas, pero con razones de que cabe esperar. Ese va a ser el sentido de mi intervención en el tiempo que se me ha asignado.

de mi intervención en el tiempo que se me ha asignado. Voy a hablar primero, muy brevemente, de qué sería la perspectiva ética; en segundo lugar de cómo hemos ido pasando de los que se llamaba el derecho a la ciudad a lo que se llama una ciudad justa; y en tercer lugar viendo las características de esa ciudad justa. Pues creo que son algunos puntos fundamentales especiales y que ha revelado la pandemia para nuestra ciudad de Valencia.

En primer lugar, que sería la perspectiva ética. Una ciudad sabemos que es algo más que un conjunto de individuos y de servicios colectivos, es decir de calles, edificios, alumbrado, transportes. Algo más que una constelación de instituciones y aparatos administrativos como tribunales, hospitales, escuelas, comisarías, funcionarios civiles. Una ciudad es también una cultura ética. Una cultura ética que consiste en un conjunto de valores morales que impregnan las tradiciones y las costumbres, las actitudes y los sentimientos y las formas de vida y se transmiten de unas generaciones a otras, contando, eso sí, en sociedades abiertas, como la nuestra, con un flujo de emigrantes e inmigrantes, con un aumento de la diversidad. En nuestro caso, que afortunadamente no es una ciudad monolítica, si no flexible que va adaptándose con el paso del tiempo pero siempre, de alguna manera, desde unos valores que nos parece que merece la pena conservar. Yo me referiré a cinco fundamentalmente, que serían: la libertad, la igualdad, la solidaridad, el diálogo cuando las condiciones están puestas y es un diálogo racional y merece la pena emprenderlo antes que la violencia, y el respeto activo. Hace tiempo que vengo defendiendo que sería bueno convertir nuestro típico “meninfotisme” valenciano en lo que podría ser algo más positivo que sería el respeto activo, respetar a otros, no entrar en colisión constantemente con otros sino respetar las posiciones de otros defendiendo sus posturas aunque no las compartamos. Entiendo que esos son valores que, de alguna manera, acuñan lo que es el ser y el hacer de una ciudad. Y en este momento sabemos que más del 50% de la humanidad vive en áreas urbanas y que por lo tanto la ética de la ciudad es una ética fundamental para construir una humanidad, que sea una humanidad ética. Esto no quiere decir que dejemos de lado lo que sería la Valencia vacía, sino todo lo contrario, si no que la conexión entre la ciudad y las zonas que parece que son zonas vacías habría que seguir manteniéndolas por supuesto.

y las costumbres, las actitudes y los sentimientos y las formas de vida y se transmiten de unas generaciones a otras, contando, eso sí, en sociedades abiertas, como la nuestra, con un flujo de emigrantes e inmigrantes, con un aumento de la diversidad. En nuestro caso, que afortunadamente no es una ciudad monolítica, si no flexible que va adaptándose con el paso del tiempo pero siempre, de alguna manera, desde unos valores que nos parece que merece la pena conservar. Yo me referiré a cinco fundamentalmente, que serían: la libertad, la igualdad, la solidaridad, el diálogo cuando las condiciones están puestas y es un diálogo racional y merece la pena emprenderlo antes que la violencia, y el respeto activo. Hace tiempo que vengo defendiendo que sería bueno convertir nuestro típico “meninfotisme” valenciano en lo que podría ser algo más positivo que sería el respeto activo, respetar a otros, no entrar en colisión constantemente con otros sino respetar las posiciones de otros defendiendo sus posturas aunque no las compartamos. Entiendo que esos son valores que, de alguna manera, acuñan lo que es el ser y el hacer de una ciudad. Y en este momento sabemos que más del 50% de la humanidad vive en áreas urbanas y que por lo tanto la ética de la ciudad es una ética fundamental para construir una humanidad, que sea una humanidad ética. Esto no quiere decir que dejemos de lado lo que sería la Valencia vacía, sino todo lo contrario, si no que la conexión entre la ciudad y las zonas que parece que son zonas vacías habría que seguir manteniéndolas por supuesto.

"Una ciudad sabemos que es algo más que un conjunto de individuos y de servicios colectivos"

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