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El actual sistema económico logra con gran precisión el objetivo principal al que está consagrado: el crecimiento económico. Desde que a finales del siglo XVIII se comenzase a considerar que esta meta es deseable para cualquier comunidad, la manera de lograrla se ha ido perfeccionando. Atrás han quedado las polémicas de mitad del siglo XX sobre si era el sistema capitalista o el socialista el que podía garantizar un crecimiento más elevado para una sociedad. Las cifras han demostrado que aquellos países que han seguido un modelo basado en el libre mercado han logrado unos resultados mejores en este aspecto.

De hecho, si analizamos las cifras que nos ofrecen las series históricas que han realizado

importantes economistas contabilizando la producción mundial por habitante desde el principio de la era cristiana (http://www.ggdc.net/maddison/maddison-project/home.htm) podemos observar como desde entonces hasta 1850, el PIB per cápita mundial se mantuvo prácticamente inalterado. El crecimiento económico había sido muy reducido y nos encontrábamos en un mundo que tenía una situación estacionaria con poco o nulo crecimiento económico.

Sin embargo, a partir de ese año las cosas comienzan a cambiar y en un siglo (hasta 1850) el PIB por habitante mundial se duplica. Si esta evolución ya es por sí misma muy elevada y excepcional en la historia de la humanidad, en los siguientes 60 años (hasta 2010) la producción mundial se multiplicó casi por tres. Esto no hace sino mostrar como los resultados del sistema en este, su principal objetivo, están siendo inmejorables. Logramos lo que nos proponemos.

Sin embargo, este éxito indiscutible en la consecución de un mayor crecimiento económico viene acompañado de otros aspectos que no son tan positivos para las sociedades. El primero es que no todo el mundo se beneficia de esta mejora. A pesar de este gran crecimiento, siguen existiendo muchas personas que se quedan a un lado. No solo a nivel internacional, sino también en los países más desarrollados como es el nuestro. Ahí están los informes FOESSA para mostrarnos cada cierto tiempo esta realidad.

Por otro, tener más no siempre supone estar mejor. De hecho, para lograr este crecimiento económico se precisa que las personas lleven un estilo de vida centrado en el tener más que hace que estas refuercen su parte egoísta e individualista, lo que hace que los niveles de depresión, insatisfacción e infelicidad no se reduzcan (y en ocasiones se incrementen) a pesar de vivir en una sociedad más rica.

En tercer lugar el crecimiento económico indefinido es imposible. Los recursos productivos con los que contamos en la tierra son finitos y no pueden sustentar un crecimiento que no tenga fin. Además, la explotación de la tierra para obtener una producción cada vez mayor, está produciendo unos problemas de contaminación, de cambio climático y de agotamiento de recursos que comprometen que las generaciones futuras puedan gozar de un nivel económico, al menos igual que el nuestro.

Ante esta realidad, aparece todo un movimiento que critica el actual sistema y muestra sin cesar todas sus debilidades. El análisis que muestre sus problemas es necesario, pero para superarlo se precisa de sugerencias, de proyectos, de programas que intenten superar los problemas del actual sistema. Los cristianos queremos construir Reinado de Dios en la tierra y para ello tenemos también que construir una nueva economía en línea con lo que propuso Benedicto XVI en su mensaje para la Jornada Mundial de la Paz de 2013 “un nuevo modelo de desarrollo y economía”, y en la línea que está siguiendo Francisco, que ha recogido muy bien el reto de su antecesor, y que ha concretado con la convocatoria en Asís, en marzo del año próximo, de un encuentro de jóvenes economistas.

Pero para ello no es suficiente con hacer propuestas, necesitamos construir un nuevo paradigma. Porque si realizamos propuestas en el marco del crecimiento económico, con la

"...se precisa que las personas lleven un estilo de vida centrado en el tener más que hace que estas refuercen su parte egoísta e individualista, lo que hace que los niveles de depresión, insatisfacción e infelicidad no se reduzcan ..."

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