revista de pensamiento crítico y reconocimiento. | Page 118

Los derechos de creencia comienzan a aparecer a partir de la Revolución de 1848, con la lucha de nuevas clases sociales. De aquí la crítica a los Derechos del Hombre por parte del socialismo y del republicanismo, fundamentalmente de K. Marx, porque dicha concepción liberal de los derechos del hombre tienen una base material: la defensa de la propiedad privada basada en la mercantilización de una nueva mercancía, esencial para el capitalismo, que es la fuerza del trabajo. Al aceptar la “propiedad inalienable” el liberalismo supedita todos los demás derechos a la defensa de la misma. Olvidándose de otro derecho fundamental como es el derecho a la existencia.

Hay que tener en cuenta de que nuestra “modernidad” tiene uno de sus hitos en 1789 cuando los revolucionarios franceses introducen la siguiente identidad: Hombre= Ciudadano; es decir que convierten al ser humano en sujeto de derechos. Es la época en que la Constitución Republicana institucionaliza la triada Liberté- Egalité- Fraternité. Sin embargo hay que tener en cuenta que esto cambia con el triunfo de la contrarrevolución thermidoriana que transforma dicha triada en su contraria: Liberté- Egalité- Propieté.

La primera triada supone lo que desde una perspectiva marxista se concibe como “emancipación política” ya que afirma la igualdad ciudadana. Ahora bien, al triunfar la segunda triada se afianza la concepción de que la democracia debe estar enraizada an la libertad personal, pero concibiendo al individuo como un ente privado. Con el triunfo de esta triada pierde su sentido el termino de fraternidad, que inclinaba la balanza desde el lado de la igualdad. Por tanto se abandona un concepto de libertada anclada en aquella y basada en la solidaridad. Y con la defensa de la propiedad privada se pone en acento en la libertad individual en detrimento de la igualdad.

a) El derecho a la existencia

Desde una perspectiva republicana y marxista se coincide en la defensa del derecho a la existencia. Sin cubrir las necesidades básicas

o las condiciones materiales del individuo no se puede hablar de libertad ni de igualdad. De ahí que las lucha por la RB se afiancen a partir de la libertad y la igual. Una libertad que no sea formal sino real. Por otra parte la concepción de la libertad republicana se separa del liberalismo al cimentarla en la independencia y en la no- dominación. Ambas concepciones, la liberal como la republicana parten de pensadores revolucionarios.

Tanto Thomas Paine como Robespierre criticaron la “expropiación forzosa” de nativos (indios) o campesinos y proponen limites a la propiedad. En 1790 la fraternidad va ligada a la república: “la plena incorporación a una sociedad civil republicana de libres e iguales de quienes vivían por sus manos, del pueblo llano del viejo régimen europeo” El pueblo (los de abajo) entran en la historia, pero dentro del pueblo también nos encontramos a las clases medias burguesas. A partir de aquí se va a abrir un debate que lleva a una lucha dentro de la Asamblea que al final aprobó la distinción entre ciudadanos activos (ricos, con derecho a sufragio) y ciudadanos pasivos (los pobres, privados de sufragio). Y por último la Asamblea propicia el derecho a la propiedad. Por consiguiente se produce un enfrentamiento que lleva a la escisión dentro del Tercer Estado. Frente a esto ¿que debe hacer la Revolución? Aquí la fracción de Robespierre da con la solución: garantizar a todos el derecho a la existencia.

Robespierre ya en 1793 es plenamente consecuente de que la República debe “garantizar la existencia” a todos:

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