Revista de Arte Fragmento 5 No.5 | Page 11

El ángel negro Rulber Barrozo Ravelo. Escuché el llamado que me hacían, una nueva misión se me había encomendado, tomé mi túnica negra otra vez y descendí para la labor que se me había asignado. Cuando llegué al lugar empecé a recorrer las calles de la ciudad, buscaba la dirección calle 32 con 7-52, revisé bien que ese fuera mi destino, subí al segundo piso, en el segundo cuarto que estaba al lado del baño, ahí acostada en su cama estaba la pequeña Lucy, tan solo 4 añitos, estas eran de las visitas que menos me gustaba hacer, era una niña que todavía le faltaban muchos años por vivir, pero por cosas del destino ya su luz de vida se habría de apagar. Lucy era una niña muy linda, de cabello rubio y ojos claros, sufría de problemas en sus pulmones, cuando llegaba la noche fría sus pulmones se tapaban y le costaba respirar, ya los médicos le habían hecho trasplantes del pulmón pero la operación había fallado, solo quedaba esperar que llegara la hora, su madre desconsolada lloraba mucho, evitaba subir al cuarto de Lucy para que no la viera triste y que ella se sintiera mal, su padre subía en las noches con una taza de agua panela con VapoRub un remedio casero que su madre le hacía a él cuando era niño para que la tos en las noches lo pudiera dejar dormir. Cuando yo entré a su cuarto, me vio con su mirada agotada y con su corta respiración. -¡Hola! te estaba esperando mi ángel negro, ya estoy cansada- me dijo ella con su voz agotada. Yo la tomé de las manos, - ya es hora de irnos, le dije, -ella asintió con su cabeza. Llegamos a la estación, embarcamos el tren del paraíso, ya Lucy se sentía mucho mejor, me miró y me regaló una sonrisa, no había visto tanta belleza, ya su mirada y sus ánimos habían cambiado, ya se encontraba un poco mejor. -Ángel negro me siento feliz y a la vez triste, me dijo ella -A lo que yo le pregunte, - ¿por qué? -Feliz porque el tiempo que estuve con mis padres a pesar de mi enfermedad siempre dieron lo mejor de ellos para estar conmigo, ahí a cada hora, siempre sentía como latía su corazón por mí, cuanto anhelaban verme feliz, pero me ponía triste ver que ellos se preocupaban mucho, ya mi madre también se estaba enfermando y no quería comer, había bajado veinte kilos en tan poco tiempo, yo me sentía demasiado mal, las noches no eran muy buenas para mí, muchas veces trataba de hacer lo posible para que ellos pensaran que yo estuviera bien y no se preocuparan ni se desvelaran, pero la tos y la corta respiración era cada día peor, cómo duele dejarlos, como duele no poder haber hecho más cosas, ser una niña normal, jugar con mis amigas, cumplir mis sueños, cuando grande me hubiera gustado ser cantante, le hubiera cantado a la vida, a los niños que sufren de enfermedades y de esos padres que tanto luchan y se esfuerzan por ver a sus hijos bien, pero en mis condiciones que estaba creo que era lo mejor, descansé yo, descansaron mis padres, sé que les dará duro pero con el tiempo ya estarán mejor y llegará una hermanita que les alegre la vida. Yo solo la miraba y la escuchaba hablar, luego puso su cabeza en mis piernas y se quedó dormida, observaba como dormía, de no creer cómo una niña tan hermosa debía de partir y que su luz de vida habría de apagarse. Cuando llegamos la tomé en mis brazos y se la entregué al ángel blanco, ella se despertó y me dio un abrazo muy fuerte con un beso en la mejilla. -Gracias, me dijo con una sonrisa de oreja a oreja. Di vuelta hacia atrás para tomar mi camino de nuevo, no hay calma y tranquilidad que pueda sentir un niño cuando debe decir adiós porque su alma se encuentra pura, que la conciencia negra de un adulto cuando tiene que marcharse con su corazón lleno de pecados. Una vez al mes paso a visitar a los padres de Lucy, con el tiempo han podido superar su partida pero en su corazón ella todavía está, hay otra integrante en la familia, heredó su belleza, su luz de vida es bastante larga, las cosas han cambiado para ellos, su padre cuenta con un mejor empleo y su madre feliz, pero en su corazón siempre estará Lucy brillando y desde las distancia cuidándolos, perdieron una hija, pero ganaron un ángel que los cuidará siempre.