Revista Mayo 2013
Las costumbres concernientes a la inhumanacion y remembranza de la persona muerta, la transferencia de los bienes e incluso las expresiones de duelo varían mucho entre las culturas y a menudo son regidos por preceptos religiosos o legales que reflejan el punto de vista de la sociedad respecto de lo que es la muerte y lo que sucede después de ella.
Los aspectos culturales de la muerte incluyen el cuidado y la conducta hacia el moribundo y el fallecido, el escenario en que suele ocurrir la muerte y las costumbres y los rituales de duelo, desde el velatorio irlandés durante toda la noche, en que los amigos y familiares brindan a la memoria de la persona muerta, a la Shiva judía de una semana duración en la cual los dolientes se desahogan y comparten recuerdos del fallecido. Algunas convenciones culturales como izar una bandera a media asta después de la muerte figura pública, están codificadas por la ley.
El fenómeno biológico de la muerte, desde la aparición del hombre en la Tierra, ha sido observada en algunas culturas, como la continuidad de la vida, siendo estrechamente relacionadas con las creencias religiosas sobre la naturaleza de la muerte y la existencia de una vida después de ella, y en algunos otras, como la negación absoluta de la misma, especialmente en la cultura occidental, donde las religiones han influido notoriamente sobre sus adeptos creándoles un cielo o un infierno, donde estarán irremediablemente destinados hasta el fin de los tiempos.
Todo el ritual que acompaña a la desencarnación del ser, implican importantes funciones psicológicas, sociológicas y simbólicas para los miembros de una colectividad y tiene que ver, no sólo con la preparación y despedida del cadáver, sino también con la satisfacción de los familiares y la permanencia del espíritu del fallecido entre ellos.
En todos los pueblos primitivos se han encontrado vestigios de la creencia en la inmortalidad del alma, sin que esos grupos étnicos jamás mantuvieran cualquier contacto entre ellos.
Para los Sumerios, el difunto entraba en el Kur, el “Gran Abajo”. Allí presentaba ofrendas a los dioses con los que se quería conciliar. Luego era acogido por otros muertos con los que viviría en el “País sin Retorno”.
Para los Egipcios, el alma del difunto accedía al reino de Am-Duat, donde se beneficiaba de los favores de Osiris, dios de la inmortalidad. Pero antes de vivir en paz para toda la eternidad, el alma tenía que sufrir varias pruebas reveladas en el Libro de los Muertos, llamado así por los arqueólogos que encontraron el manuscrito, pero que sería más correcto traducir como Libro de la Salida a la Luz del Día. En el antiguo Egipto, la muerte no era considerada como un final en sí mismo, sino como un nacimiento.
En Grecia, Egipto y la China , los esclavos, a veces, eran enterrados con sus amos, ya que se creía que en la otra vida el muerto iba a seguir necesitando sus servicios.
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LA MUERTE EN DIFERENTES CULTURAS.