¿Alguna vez has sentido la necesidad de querer compartir tu
fe con otras personas? A mí me ha pasado muchas veces.
E
n una ocasión que iba de regreso
a mi casa, (por lo general me voy
en transporte público) cuando los
usuarios vamos tan apretados que hasta
podemos escuchar los pensamientos de la
persona de al lado, es broma no tanto así.
Esa tarde vi muy cerca de mí a una chica que
se veía muy preocupada y de un momento a
otro comenzó a llorar, pero nadie dijo ni hizo
nada, a las mujeres que la rodeaban parecía
no importarles. En ese momento sentí
la necesidad de acercarme a ella, quería
preguntarle si estaba bien y poder darle una
palabra de aliento, pero a pesar de estar
muy cerca de ella me era imposible siquiera
moverme, todas íbamos muy apretadas
que incluso si el metro llegaba a frenarse
bruscamente nadie se caería.
Por un rato pensé en qué podría decirle,
quería orar con ella para que Dios trajera paz
a su corazón, sin embargo, por miedo a que
pensara que estaba loca o que me dijera
que no creía en Dios no hice mucho por
acercarme. Después de pensarlo mucho,
llegamos a una estación en la que muchos
usuarios cambian de línea y ella también
bajó. Hasta este día me arrepiento de no
haber hecho todo por acercarme a ella.
Desearía haberle dicho que no importaba
la situación por la que estaba atravesando,
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que existe un Dios que tiene todo bajo
control y cuida de ella.
Seguramente en algún momento de la vida
te has encontrado en una situación similar a
la mía, es por ello que hoy quiero animarte
a que compartas tu fe, probablemente en
algún momento esa palabra pueda llegar a
lo profundo de un corazón y pueda suceder
un cambio.
Sé que da miedo ser aquello para lo que
fuiste creada, pero debes ser tú. ¡Sé
valiente! para que otros sean inspirados a
ser valientes junto con nosotras.
La «valentía» es hacer cosas incluso
cuando tienes miedo. Los valientes no
dejan de oír los susurros del miedo. Oyen
los susurros, pero no se detienen. Ser
valiente es oír la voz del temor en tu
cabeza, pero decir:
«De acuerdo, pero la
verdad es que Dios
me hizo con un
propósito y para
un propósito»
L ectura recomendada :
V alentía en solo 100 días
• Annie F. Downs •