Revista Científica Quantos Octubre 2020 | Page 36

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"Mente y cuerpo son dos dimensiones que se pueden distinguir pero que no se pueden separar" expresa Mario Alonso Puig, médico cirujano, miembro de la New York Academy Of Science y perteneciente a la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia, al igual que muchos otros expertos en el área de la salud. Como prueba de ello se encuentran las enfermedades psicosomáticas que afectan a la población mundial, cuyas principales causas son experiencias traumáticas, pérdidas y estrés; así como el estado de vulnerabilidad al que se expone el individuo que las padece. Siendo así, no resulta difícil imaginar que una situación tan crítica y caótica como la pandemia del COVID-19 impacte en el aumento de dichas enfermedades, donde la mente causa estragos en el cuerpo a manera de respuesta ante las dificultades, dejando abierta la pregunta, ¿Cuál es la mejor forma de prevenir las enfermedades psicosomáticas en medio del Coronavirus?

Las enfermedades psicosomáticas son producto de la influencia de la mente en el individuo, dado que consiste en la aparición de síntomas y/o enfermedades físicas a raíz de psicopatologías o emociones muy fuertes. La historia ha sido testigo del impacto que han tenido en la población mundial, pues en los tiempos de crisis colectivas, como la gripe española, el VIH, la gran depresión de los 30 y la crisis económica española en 2008, fueron detonantes para que su salud mental decayera y arrastrara consigo problemas dentro de la dimensión física en forma de dolores, hipertensión, taquicardias, asma bronquial, alergias, síndrome de colon irritable, tics, temblores, lumbalgias, contracturas, entre algunas otras.

Con la coyuntura de la pandemia actual, estas enfermedades psicosomáticas resultan de especial atención, ya que se pueden dar de varias maneras reflejando las diversas emociones fuertes del individuo, entre las cuales destacan el miedo y paranoia constante que muchos han experimentado debido al temor de contagiarse y al exceso de noticias que circulan; también es mayor la posibilidad de esta clase de enfermedades en personas que han perdido seres queridos, sumando el hecho de experimentar un cambio tan drástico y en especial con el contexto, los hechos y la sobreinformación que lo rodea pueden desembocar en un estrés extremo, así como episodios depresivos y ansiedad, que usualmente conllevan síntomas psicosomáticos como los ya mencionados. No es una suposición, es el análisis de un pasado crítico similar al que se está viviendo; como ejemplo específico se tiene la ya mencionada crisis económica española del 2008 con la cual se evidenció un aumento de entre 30% y 40% de estas afecciones, según Manuel Álvarez, médico internista y presidente de la Sociedad Andaluza de Medicina Psicosomática.