Revista Cultura&Poesía
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“La noamérica, un
cuerpo en constante
reacomodación
dentro del sistema
hegemónico”
por Claudia Vila, poeta, profesora
de lenguaje de la PUCV y crí co literario
Abril 2019
“ Si es que hablamos del margen, debemos
reconocer la existencia de un centro hegemónico
que es un organismo controlador de las funciones
que acaban siendo periféricas, porque no se
encuentran dentro del eje norma vo. Por ello,
hablar de márgenes depende del punto en que uno
se sitúe y siempre involucra un desplazamiento del
nivel de realidad al que se quiera acceder. En este
sen do, La noamérica es representa va del
margen en función de los países poderosos y
víc ma de sus propios gobernantes, lo cual trae
consigo caracterís cas inherentes a la condición
del sujeto inserto en este espacio, como:
melancolía, enfermedad, pobreza, abandono,
frustración, alcoholismo, entre otros aspectos
nega vos, que se complejizan porque finalmente
significan mucho más que eso.
En cierta forma, percibimos que La noamérica es un cuerpo territorial, sexual, anárquico, en constante
transformación y acomodo dentro de un sistema polí co-económico y social que no es del todo
amigable. Ello es retratado en las narra vas sociales de los años 90 y 2000 que intentan exponer estas
problemá cas u lizando diversos recursos ficcionales y apropiándose de la voz de los marginados,
quienes habitan espacios culturales que, de cierto modo, retratan el carácter del ser La noamericano,
estos no están exentos de peligros, pero dentro de todo nos conllevan a plantearnos diversas
interrogantes fundamentales para entender estos contextos.
Uno de los escritores que plantea esta problemá ca es Fernando Vallejo, quien ha escrito varias obras
significa vas del ser marginal que cons tuyen un ejemplo de La noamérica como cuerpo enfermo y
lacerado por diferentes huellas di ciles de borrar. Algunas de las obras que lo retratan son El
desbarrancadero y La virgen de los sicarios, entre otras y son emblemá cas porque en ellas se
representan problemá cas de Colombia como el narcotráfico, los sicarios, la corrupción, el sida, etc.
Asimismo, estas se retratan en toda La noamérica que no está exenta de conflictos similares como: la
cesan a, marginación, pobreza, analfabe smo, etc. Ya lo señala Vallejo en su documental, al referirse al
colombiano es gma zado en un aeropuerto internacional: “no los quieren porque se le asocia con la
coca, los secuestros, la muerte y las desapariciones, entre otros”. “Dios no existe y si existe es un cerdo y
Colombia un matadero” (Vallejo 3). Ello se refleja en el resto de La noamérica que siempre está marcada
por el peso de todas las llagas que la iden fican como tal, en desmedro de sus cualidades que le ayudan a
reformular su iden dad iden ficada con todos los males mencionados.
Este cuerpo debilitado está hambriento de placer y posee una sexualidad bullente que es pica del
carácter del La noamericano. No obstante, no debemos olvidar que la noción de la función de cuerpo en
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Chile y el resto de La noamérica a finales del siglo
XIX y comienzos del siglo XX era evidentemente
reproduc va por ello la mujer sólo era un
instrumento fecundador lo que significaba una
vida miserable e indigna debido al alto número de
hijos que no podían mantener:
Asinada en cada una de aquellas cuevas
vivía una familia entera, por lo jeneral
bastante numerosa, los vicios del padre
cons tuyeron la primera escuela de los
hijos, quienes amamantándose desde
que nacen de la corrupción i el escándalo,
llega a ser su alimento, su modo de ser
ordinario. Allí no existen, no pueden
exis r ni el pudor ni la decencia (Salazar
76).
Ello implica que la noción de cuerpo como vía
de placer inagotable es un concepto acuñado en
la sociedad actual y por ello, las variantes de
este placer carnal han sido expuestas
abiertamente hace unos pocos años; si bien
hace mucho empo los prac ca la humanidad.
Esto trae consigo consecuencias evidentes como
la relación entre cuerpo como fuente de placer
con el “cas go divino” asociado a la enfermedad
del Sida; tal como se le denominó por diferentes
autoridades eclesiás cas sobre todo por las
costumbres liberales relacionadas con la
homosexualidad, lesbianismo, entre otros, lo
cual se percibe desde una mirada hegemónica
que no acepta estas prác cas:
El SIDA con núa suscitando una serie de
asociaciones, que incluyen tanto
determinadas preferencias y prác cas
sexuales como un cierto es lo de vida,
vinculado al descuido y la
irresponsabilidad, así como,
eventualmente, a la
autorresponsabilidad. En consecuencia,
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esta patología aún permanece relacionada
a ciertos tabúes sociales así como al
cues onamiento de determinadas normas
que rigen la convivencia entre los seres
humanos (Ko ow 248).
Sin embargo, desde otro punto de vista el sexo
para el cuerpo posee una función liberadora
porque le permite completarse con la pareja y
alcanzar su máxima expresión. Un ejemplo de
estas dos formas de plantear el cuerpo, se aprecia
en las dos obras mencionadas, en El
desbarrancadero: “Esa marihuana es bendita, ¿o
no, Darío ¿¡Claro que lo era, por ella estaba vivo! El
sida le quitaba el ape to, pero la marihuana se lo
volvía a dar” (Vallejo 7)
Volví cuando me avisaron que Darío, mi
hermano, el primero de la infinidad que
tuve, se estaba muriendo, no se sabía de
qué. De esa enfermedad, hombre, de
maricas que es la moda, del modelito que
hoy se es la y que los pone a andar por las
calles como cadáveres, como fantasmas
translúcidos impulsados por la luz que
mueve a las mariposas (Vallejo 3).
El autor expone (en forma autobiográfica) la forma
terrible del Sida que atrapa los cuerpos, los succiona
y ya no queda ningún rasgo de la dignidad de la
persona, sino que más bien se va consumiendo de a
poco hasta caer y de esta manera se puede retratar
el cuerpo de La noamérica que ha sido víc ma de
esta enfermedad; lo que implica perder parte de su
iden dad para conver rse en un cadáver que es uno
de los estereo pos conservado en estos días.
Además, este organismo es un cuerpo doliente que
ha sido torturado, masacrado y amenazado en sus
propias raíces debido a todas las dictaduras y crisis
socio-polí cas vividas en sus territorios. De acuerdo
a ello, Vallejo expone de Colombia lo mismo que se
refleja en La noamérica: “La patria que nos cupo en
suerte, que les cupo en suerte es un país en