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La hora de tinieblas. Aspectos psicológicos de la poesía de Rafael Pombo A dol fo Fr an c isc o Z e a alababa la belleza del lenguaje poético de Edda, la desconocida escritora bogotana. Nadie podía sospechar que el autor del poe- ma fuera Pombo. Posteriormente, el poeta siguió publicando “fragmentos” de poemas con la firma de Edda, que constituyen, en verdad, el “Diario” imaginario de una mujer profundamente enamorada. Desde el punto de vista psicológico, se puede postular la idea de que en su incons- ciente Pombo hacía alusión a la existencia de dos instancias distintas presentes en su mente de poeta: la femenina que escribía los versos y la masculina que los recibía. Anteriormente, el estudio de situaciones análogas sostenía como hipótesis la exis- tencia simultánea de dos personalidades actuantes en el mismo sujeto; o en su de- fecto, la de una sola personalidad disociada en dos partes. Hoy en día, sin embargo, el concepto de disociación de la personalidad no es aceptado por la psiquiatría pues no es lógico concebir la existencia de una “doble conciencia” en el mismo individuo 10 . En su lugar, se acepta más bien la idea freudiana de la división de las actividades mentales en dos grupos diferentes, en los cuales una sola conciencia pasa alternativamente de un grupo al otro 11 . La biología moderna, por otra parte, ha señalado que en el reino animal pueden coexistir en el mismo sujeto en diferentes proporciones, elementos biológicos o bio- químicos pertenecientes a los dos géneros, Freud Sigmund: Five lectures on Psycho-Analysis (1910). London. The Hogarth Press. Standard Edition, vol. XI, pag. 18, 1971. 11 Freud, Sigmund: The Unconscious (1915). Lon- don. The Hogarth Press. Standard Edition, vol. XIV, pág. 171, 1971. el masculino y el femenino. Si la psicología normal toma en consideración y acoge los postulados de la biología, podría pensarse en la viabilidad de la existencia de un “doble yo” en los seres humanos: el yo masculino y el yo femenino que actúan de modo alter- nativo en el mismo individuo 12 . Pombo se enamoró después, perdi- damente, de Manuelita Lindo, una bella muchacha payanesa que tenía el mismo nombre de Manuelita Arroyo; le dedicó poemas y le propuso matrimonio hasta que su propuesta fue rechazada. A este inespe- rado fracaso sentimental se agregaban en la mente de Pombo las presiones de su padre -que relata Hector Orjuela en su biografía- 13 preocupado como estaba por la vida ociosa e inútil que llevaba el poeta. Sus frecuentes cambios de humor que oscilaban entre la exaltación y la depresión, como si el Eros y el Tánatos, batallaran dentro de su alma, dieron lugar al primer episodio de somatiza- ción de sus conflictos anímicos. En su lecho de enfermo escribió su poema “En cama”, que termina así: inmigrantes impresionó al poeta de inmedia- to. Allí se vinculó al servicio diplomático en el cargo de Secretario de la Embajada neo- granadina ante el país del norte que su padre le había ayudado a conseguir. Emprendió además la escritura de un nuevo Diario, en 1855, que Monseñor Mario Germán Romero habría de publicar ochenta años después, por encargo de la Academia Colombiana de la Lengua 15 . Ese escrito se acompaña de un ensayo autobiográfico de Pombo de mediana extensión. La lectura cuidadosa del Diario y los poemas, dan testimonio de los aconteceres de la vida cotidiana del poeta, sus alegrías y sus pesares, sus angustias, sus ilusiones y sus desencantos. Y allá mismo, en Nueva York, escribió su inmenso poema La hora de tinieblas 16 cuyas dos primeras décimas me permito citar porque ellas señalan el derrotero que habría de seguir elpoema. Dicen así: I ¡Oh, que misterio espantoso es este de la existencia! ¡Revélame algo conciencia! ¡Háblame, Dios poderoso! Hay no sé qué pavoroso en el ser de nuestro ser. ¿Por qué vine yo a nacer? ¿Quién a padecer me obliga? ¿Quién dió esa ley enemiga de ser para padecer? Postrado estoy, mi lecho es el sepulcro donde yace el cadáver de mi vida; ¡Mi edad mejor, mi juventud perdida sin dejar un recuerdo, una ilusión! 14 Pombo viajó a Nueva York en mayo de 1855. Nueva York era en ese entonces una populosa ciudad de más de ochocientos mil habitantes cuyo ambiente hostil para los 10 Sánchez Medina, Guillermo: Creación, arte y psi- quis. Bogotá, Cargraphis S.A., 2003. 13 Orjuela, Héctor, obra citada. 14 Robledo, Beatriz Helena, obra citada 12 Romero, Mario Germán: Rafael Pombo en Nueva York Bogotá. Academia Colombiana de la Lengua. Editorial Kelly, 1983. 16 Pombo, Rafael: La hora de tinieblas. Poesías completas, pag. 261. Madrid. Ediciones Aguilar, S.A., 1957. II Si en la nada estaba yo, por qué salí de la nada? a execrar la hora menguada en que mi vida empezó? Y una vez que se cumplió ese prodigio funesto, ¿por qué el mismo que lo ha impuesto de él no me viene a librar? ¿Y he de tener que cargar un bien contra el cual protesto? 15 El poeta se duele del vía crucis que le corresponde vivir y le pide al Dios todopo- deroso que le explique el misterio y el por qué de su existencia. El lamento inquisitivo r e v i s t a r e v i s t a  