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La hora de tinieblas. Aspectos psicológicos de la poesía de Rafael Pombo A dol fo Fr an c isc o Z e a Narciso, Jan Cossiers, Museo del Prado. valer como poeta, empezaba a adquirir una personalidad diferente de la obsesiva que había tenido en la primera etapa de su vida, una personalidad narcisista. La ninfa Eco, en el relato del mito de Narciso que Ovidio 5 rescató del olvido al incluirlo en su obra “La Metamorfosis”, había sido maldecida por la diosa Juno, esposa de Júpiter, y condenada a repetir constantemente solo el final de las palabras y las frases. En alguna ocasión, quiso la ninfa seducir a Narciso quien la rechazó abruptamente porque estaba enamorado de la imagen de un joven que veía reflejarse en el agua de un estanque sin sospechar que era su propia imagen. Narciso, el hombre que se había enamorado de sí mismo, no acertaba en su esfuerzo de aprisionar la imagen con sus manos, y un día cualquiera, al inclinarse un poco, cayó en el pozo y murió ahogado. De acuerdo a otra versión del mito de Nar- ciso, éste muere al borde del agua en donde brota luego la flor de pétalos blancos que lleva su nombre. Narciso muere, pero le dejó a la posteridad como herencia el narcisismo, una etapa obligada de nuestra evolución. El mito de Narciso fue el primero de los mitos que estudió Freud 6 al indagar sobre su significado psicológico; después empleó el vocablo narcisismo para denominar con él sus dos principales variedades: el narcisismo primario y el secundario. En el narcisismo primario, la energía libidinal del niño, es decir, la libido, se orienta normalmente ha- cia el “seno bueno” que lo gratifica con su leche, y es por ello placentero; en ocasiones, de acuerdo a las particulares condiciones de la existencia, puede orientarse hacia el “seno malo” que no lo gratifica y le hace daño. La noción sobre lo que es el narcisismo y el sentido que tiene, se aplica a las vivencias del sujeto en la infancia y en la vida adulta, vivencias que contribuyen a formar el ca- rácter y a determinar la conducta normal o patológica. Las presiones crecientes del medio fa- miliar de Pombo y uno que otro fracaso sentimental en sus primeros amoríos, le llevaron a emprender un viaje a Popayán, la tierra de sus antepasados, para cambiar de ambiente y atenuar la depresión que en Bogotá comenzaba a embargarle. Se alojó 6 5 Ovidio, P.: Metamorfosis (siglo I a.C.). Libro III. Alianza Editorial. Madrid, 2005 Freud, Sigmund: On Narcissism: An Introduction (1914). London. The Hogarth Press. Standard Edition, vol XIV, pag 61, 1971 en la casa de su tío Cenón Pombo y de su esposa Manuelita Arroyo, en donde perma- neció por algún tiempo alternando con sus familiares, asistiendo a bailes y paseos y dis- frutando de la conversación con los amigos que frecuentaba en el medio cultural de la amable ciudad. En uno de sus Diarios, según relata la historiadora Beatriz Helena Robledo 7 en su excelente biografía del poeta, se refería a doña Manuelita Arroyo, su tía política, en la siguiente forma: “Es realmente una mujer singular bajo todos los aspectos: bondadosa, bella e inteligente en alto grado, su alma toda es grandiosa, un corazón todo virtud…. mujer superior a las demás mujeres.… que me hace formar una alta idea sobre su sexo i cuyo nombre bendigo todos los días, porque ella me proporcionó los seis meses menos tristes de mi vida, los seis meses de mi permanencia en Popayán” 8 Pombo quedó prendado de inmediato de su tía política, que en ese instante comenza- ba a desempeñar sin darse cuenta el papel de una “madre sustituta”. Tuvo por ella un amor romántico con sentimientos elevados que ocultaba celosamente de las gentes, comenzando desde luego por Manuelita. Con ese amor desafortunado e imposible, se configuraba claramente el cuadro de un complejo de Edipo, un complejo de Edipo incompleto, sin solución alguna, que habría de dejar huella imborrable en el alma del poeta. Inspirado quizás por su belleza, como 7 8 Robledo, Beatriz Helena: Rafael Pombo. Biogra- fía de un poeta. Bogotá (2005). 2ª edición, Edi- ciones B Colombia, S.A., 2012 Orjuela, Hector: Biografía y Bibliografía de Ra- fael Pombo. Bogotá. Instituto Caro y Cuervo, 1965 sostiene la escritora Robledo, escribió su poema “Mi amor” 9 que firmó con el seudó- nimo de Edda, una poetisa bogotana ima- ginaria que comenzaba a escribir poemas de amor. Las primeras estrofas, que Pombo puso en boca de Edda, dicen así: Era mi vida el lóbrego vacío; era mi corazón la estéril nada; pero me viste tú, dulce amor mío, y creóme un universo tu mirada. A ese golpe mis ojos encontraron bella la tierra, el ánima divina; mundos de sentimiento en mí brotaron y fue tu sombra el sol que me ilumina. Si esto es amor ¡oh joven! Yo te amo, y si esto es gratitud, yo te bendigo; yo mi adorado, mi señor te llamo, que otras te den el título de amigo. El poema no fue recibido por sus amigos literatos de las tertulias a las que asistía con el entusiasmo y admiración que él esperaba. Su personalidad narcisista se resintió dolida; guardó sus versos y los publicó dos años más tarde en “La Guirnalda”, colección de versos de autores nacionales que dirigía don José Joaquín Ortiz. Amparado por el seudónimo de Edda, Pombo intentaba mos- trar los sentimientos íntimos de una mujer enamorada que se expresaba con un ardor y liberalidad desconocidos en el mundo de la poesía de ese entonces. El éxito del poema fue rotundo en toda la América latina; se recitaba con frecuencia en las tertulias y se Pombo Rafael: Edda. Mi amor (1853). Poesías completas. Madrid, Ediciones Aguilar, 1957 9 r e v i s t a r e v i s t a  