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La hora de tinieblas. Aspectos psicológicos de la poesía de Rafael Pombo A dol fo Fr an c isc o Z e a de su época sobre las enfermedades de la mente 1 . Con la nomenclatura introducida por el notable médico, quedaban olvidadas las viejas formas de entenderlas como “de- ficiencias” o “insuficiencias” de la mente, la moral o las emociones, términos que en el fondo significaban poco y no explicaban nada. Debo añadir que los médicos de aquellos días aplicaban el vocablo “imbe- cilidad” a cualquier forma de las llamadas “deficiencias del alma”. Kraepelin separó en grupos las enfermedades de la mente: las alteraciones orgánicas del cerebro debidas a la sífilis que invariablemente conducían a la locura, las demencias o insanias de los ancianos, la “demencia praecox” que hoy conocemos como enfermedad de Alzheimer, y los diversos tipos de la esquizofrenia. Sigmund Freud 2 , a comienzos del siglo XX, descubrió el psicoanálisis como un mé- todo útil en el estudio e interpretación de los sueños y en el diagnóstico y tratamiento de las neurosis y otras formas de afección mental de los pacientes que acudían a su consultorio. El método psicoanalítico le permitió descu- brir analogías entre los relatos libremente expresados en las sesiones analíticas y los que se encontraban en los mitos de las tra- gedias clásicas de Sófocles y Esquilo. De allí surgieron el complejo de Edipo, el narcisismo normal y el patológico, los instintos de vida y muerte conocidos como pulsiones del Eros y del Tánatos, y la formulación de la primera teoría freudiana de la mente con sus tres instancias, el Yo, el Ello y el Superyo de ca- racterísticas bien definidas. El Yo constituye la parte consciente de la mente del hombre; el Ello representa lo inconsciente, el mundo que nos es desconocido en donde se guarda lo reprimido, los tabúes, lo prohibido, los temo- res, los instintos, los sueños y las fantasías; el Superyo, finalmente, es la instancia que ejerce el control de la vida consciente. El descubrimiento por Freud del incons- ciente había sido anticipado por Federico Nietzsche treinta años atrás. En efecto, decía así el filósofo en su pequeña obra Sobre ver- dad y mentira en sentido extra-moral 3 : “Ay de la funesta curiosidad que pudiese mirar hacia afuera a través de una hendidura del cuarto de la conciencia y vislumbrase entonces que el hombre descansa sobre la crueldad, la codicia, la insaciabilidad, el ase- sinato, en la indiferencia de su ignorancia, y por así decirlo, pendiente en sus sueños del lomo de un tigre.” La descripción de Freud del inconsciente individual es desde luego más científica, más psicológica y menos literaria que la del gran filósofo. Descubrir el contenido del incons- ciente en las sesiones analíticas y llevarlo a la conciencia, era para Freud la razón de ser del psicoanálisis. En un estudio de 1913 4 , explicó los alcances de su método diagnóstico en el 3 Kraepelin, Emil: Trattato di Psichiatria. Vol. II. Milano. Casa Editrice Dottor Francesco Vallardi, 1907. 2 Freud, Sigmund: The Interpretation of Dreams (1900). London. The Hogarth Press. Standard Edition, vols. V y VI, 1971. 1 4 Nietzsche, Friedrich: Sobre verdad y mentira en sentido extra-moral y otros fragmentos de la fi- losofía delconocimiento (1883). Editorial Tecnos (Grupo Anaya, S.A.) 2015. Freud, Sigmund: The claims of Psycho-Analysis to Scientific Interest (1913). London. The Hogar- th Press. Standard Edition, vol. XIII, l971. terreno de la medicina e invitó a los estu- diosos de otras disciplinas a emplearlo como ayuda valiosa en sus diversas especialidades. Esto amplió el campo del psicoanálisis a la filosofía, la biología, la antropología, la literatura, la historia y el arte. Así nació el Psicoanálisis aplicado que se refleja en las novelas y los cuentos de Thomas Mann, en diferentes obras del propio Freud, y en los análisis de las producciones literarias o artísticas de diversos autores. Rafael Pombo nació en Bogotá el 7 de noviembre de 1833 en el hogar de don Lino de Pombo y doña Ana María Rebolledo. Su padre ocupaba por entonces un importante cargo en el gobierno del general Francisco de Paula Santander. Pombo descubrió muy temprano su afición por las letras con la lectura de las fábulas de Iriarte y de Isla, y posteriormente de los clásicos españoles de tiempos anteriores. Su inclinación por la poesía contrastaba con los deseos de su padre que quería que su hijo estudiara una carrera más práctica, lucrativa y de mejor porvenir que la literatura, como la ingeniería. No le fue posible al poeta desatender la voluntad paterna y en contra de sus propios deseos se graduó como ingeniero civil y matemático en 1851 a los 18 años de edad. A los doce o catorce años ya había escrito sus primeros ensayos y poemas, y a los 17 comenzaba a ser conocido en Bogotá como el joven escritor de un futuro promisorio en el campo de la literatura. Pombo era disciplinado; tenía una personalidad obsesiva revelada en las in- terminables listas que escribía de las cosas que debía llevar consigo al colegio o a la universidad; era cuidadoso sobremanera en la escritura de sus Diarios, de sus primeros versos y del proyecto nunca llevado a cabo de su autobiografía. Con el pasar del tiem- po, y en plena juventud, solía deprimirse fácilmente cuando las cosas no resultaban como las deseaba. En los años que siguieron a su grado de ingeniero civil, se dedicó a la lectura de sus autores predilectos y a plasmar en el papel sus primeros poemas sin preocuparse por el ejercicio de la pro- fesión que nunca había querido estudiar. Firma- ba en ocasiones sus escritos con seudónimos que a lo largo de su vida uti- lizó numerosas veces. El poeta se dolía con las fre- cuentes recrimina- ciones de sus padres por sus inclinaciones literarias. Admiraba la figura de su ilustre progenitor sin poderse identificar con ella; se identi- ficaba mejor con la figura de Lord Byron, cuyos poemas le llegaban al alma al igual que su amor a la libertad, a la guerra y a la defensa de los débiles. Pero amaba ante todo la poesía que sentía dentro de sí mismo con el convencimiento íntimo de que algún día podría entregarla a los seres que amara. Rafael Pombo, sentimental y romántico como todas las gentes de su tiempo, y convencido además de su propio Lino Pombo r e v i s t a r e v i s t a  