Revista Casa Silva Nos. 30 - 31 R.CasaSilva 30-31 completa | Page 64

Carto gr a fí a de los e Poe s pe ma j os s L u d i s ro A A ntoni Pe l e jo o G d ó e m Vill e z e na Se acercaron también los chicos que han querido suicidarse, y sueñan con la muerte, anonadadora como un tranquilizante; y las muchachas que no han encontrado amor y aborrecen el híspido sexo, y las mujeres de su casa que creen -alguna tarde— que la vida no debe o puede ser una cocina eterna con sopas de sobre, y el viejo señor viudo que no puede dejar de llorar, porque fue sobriamente feliz en su matrimonio largo, y el chiquito afeminado del que se ríen en el internado o el colegio, ofensa sin sentido que jamás olvidará en la vida, y la cantante del pasado, que cada tarde se pone los rancios cuatro discos de baquelita, y cuyo nombre a nadie dice nada. Y se acercan los pobres sin hogar, los mendigos de lodo, las perdedoras de botella de ginebra, las locas de litrona, los estropiciados del caballo, los negros de la tierra, los sioux de las grandes ciudades, los tártaros de la ignorancia, los judíos que no son ya judíos, se aproximan todos a un salón vacío con el suelo de mármol, a un huevo que les han dejado ahora, en este solo instante, y ante el gran silencio, ante vacío, ante la ausencia de voz, ante la nada retumbante y repetida, preguntan con voz queda, mirándose entre sí, inquietos, preguntan sorprendidos: ¿Algo malo hicimos? Decidnos: ¿pecaron nuestros padres? ¡No es personal el destino? Decid, ¿a quién ofendimos?, ¿qué hemos hecho? Mas no ha encontrado el hombre en su tumba consuelo. Y en el mármol resuenan las pisadas. Y al silencio le sigue el silencio. Marqués de la casa de citas Su padre —de igual nombre— fue un prócer muy ilustre. Fundó casa y familia, sirviendo patria y gloria. De él -igual de nombre- contó la diferencia. A un padre tan notable sucede un hijo bala. Y al hacedor, un señorito loco que se gasta la hacienda. Vivió una vida mala y hueca: Según las señoronas de provincia. Dilapidó fortuna, frecuentó puertos oscuros, y en fiestas y tugurios fue la piedra angular; en yates, en palacios, entre los nobles, los play-boys aviejados y la consecución eterna de la belleza joven: Poco importan sobrinos o soldados. Tiró su nombre alto por la pendiente abajo, tiró la economía, las fincas, las casonas: Todo se fue en delirios y noches de San Juan que no acabaran nunca... En fuegos fatuos donde el amor (pagado) se unta al último fulgor de una Europa vieja, zíngara y copetuda. Ahora el viejo galán, el cigarrón perdido que hizo añicos un escudo de blao y de sinople ineficiente, vive en un viejo Hotel prostibulario, en una ciudad del África del Norte. Borracho y entre moros cada noche, saluda muy amable a quienes le presentan. No le importa el vestir tan modesto, ni los fonduchos donde come comidas populares. Ni le importa la suite impertinente, la habitación ramplona, adonde sube su alta amanecida. Es la traca final. El reverso del nombre que le nimba. Y si parece pena, que le quiten la farra y el holgorio... ¿Un nombre? ¿Una historia? No, mejor la propia vida. r e v i s t a r e v i s t a  