Revista Casa Silva Nos. 30 - 31 R.CasaSilva 30-31 completa | Page 34

s Carto gr a fí a de los e Poe s pe ma j os Pe d ro A l e jo G ó m e z POEMAS DE EDUARDO MITRE Rostro en blanco Sin fecha memorable ni lugar preciso íntimamente nace el olvido. Callado como el cadáver de un río, ajeno, inevitable como el destino. sombra espesa, estatua terminante, rostro disuelto en rasgos sin sentido, nace. La silla No echa raíces como el armario la silla que sólo se posa como los pájaros. La silla era un ave de ala portátil vuelo escaso (sobre los hombros en fiesta pasaba la silla como una cigüeña). Con viento y papeles es ya palomar. En los velorios nadie alivia más que la silla. Encapuchada con una camisa amanece la silla. Tarántula erguida en la penumbra la silla. La silla espirita junto a la mesa. Como el poema, la silla es un atado de líneas. La silla sostiene al que escribe estas líneas. Nace y una tarde de tardío asombro, sin júbilo ni grito, se descubre que ha nacido. (¿En cuál hora de mis horas, en qué día de mis días te he perdido?) Cuerpos Hay un cuerpo que nos despierta al milagro del cuerpo. Hay un cuerpo que nos despierta a la soledad del deseo. Hay un cuerpo que nos despierta al paraíso del cuerpo. Hay un cuerpo que nos despierta al infierno del cuerpo. Hay un cuerpo que nos despierta a los poderes del tiempo (en mi padre lo siento. Fraternalmente lo siento). Hay un cuerpo que nos despierta a la increíble ausencia. Hay un cuerpo que nos despierta al exangüe recuerdo. Hay un cuerpo que nos despierta al incolmable olvido. Hay un cuerpo que ya no nos despierta. Casi la dicha                                                                      a Martha Beatriz En Hanover este crepúsculo de invierno. tu desnudez consumada:                                                   brasa blanca en el lecho. Y la mirada que vuelve a gozarla en la penumbra del deseo.                                                                   En la ventana la nieve extendida                                              como tú en el sueño absorta                    como mis ojos sobre la página. Lejos:                    el grito de los niños que resbalan por la colina                                                            y el silencio y el pino plantados                          como un solo cuerpo en el aquí y el ahora                                                       donde no falta sino la palabra digna                                          de tanto don tanta gracia. r e v i s t a r e v i s t a  