Revista Casa Silva Nos. 30 - 31 R.CasaSilva 30-31 completa | Page 220
M o d n ro
i que
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Pe
A l e Fa
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Carto gr a fí a de los e poemas
s pe j os
Del libro Palabras que marcan
XXVIII
Ahí viene
Va cayendo
Suave y lenta se desliza
Segura
Yo la veo
y el vaivén de su caída
distrae cualquier dolor.
Afortunada ella,
la hoja,
que solo cae una vez.
Uno que nace cayendo
Uno que no sabe
dónde diablos
va a caer.
XXXVI
El segundo.
El momento.
Eso es el todo en la vida.
La caducidad de la rosa.
La desvanecencia de tu rostro.
Eso dicen
Cuando te hablan de amor
y uno se encuentra tan solo.
I
XXXVII
No le digas a nadie que me viste
que los ojos de la noche
parpadearon para ti
y la ciudad a lo lejos
era un deseo de papel.
No le cuentes a nadie
que entre risas
se coló una estrella
y el mundo entero
se arrodilló a mis pies.
Un día como hoy podría ser el último.
Un día como hoy después de discutirle
al espejo.
Podrías exigir las mil y más razones para
inventarte.
¿Qué quiere la vida conmigo?
Antes viajaba en el lomo de las palabras
en una soledad ocupada.
¿Te diste cuenta?
La vida comienza al final.
¿Cuál es el calendario de la muerte?
IV
XL
Hay una soledad que el más
grande amor no suple.
El agua en racimo inaugura abril
y a nadie le importa.
Cómo me falta todo el ayer que fui.
Esta soledad que no me horma
Este vientre cuarteado
El espejismo que soy.
Que el desierto de mi vientre me traduzca.
Que mi edad primaria no me condene.
Que tiempo me dé el tiempo.
Que ojos tenga tan libres como una patria
para ver mi cardinal dolor.
Porque hay una soledad
que el más grande amor
jamás sabrá.
Debo cuidarme
Echarme un vistazo
Decirme unas cuantas cosas.
La noche está al alcance
menos de mí.
Estoy enferma
Moribunda
Con el miedo de siempre
conmigo
El miedo mayor.
Me abandonaron las palabras.
¿Cómo es que se arrodilla un poeta?
Necesito escribirme
Recordarme la tinta que soy.
¡Ojalá que estalle!
VI
No pretendas
contemplar tu vida
desde la ventana
sin armarte primero adentro.
¡Y cuidado parpadeas!
No pretendas
que no sabes de tus
tantos años entre rejas
el paisaje repetido de ti
con la vista de siempre.
¡Y no le mientas a tus manos!
Faltan piezas
descifrar acertijos
claves secretas
la llave maestra
¡Algo que te sacuda dentro!
VII
Debo ordenar el closet.
Si muero ahora
no habrá servido el sigilo
de tantos años
de horas interminables
al abrir y cerrar su puerta.
Debo extender mi brazo a lo oculto
que nadie sospeche de mí.
Ordenar el closet.
Arrancarme de adentro.
Ni vestigio alguno que me delate.
r e v i s t a r e v i s t a