Revista Casa Silva Nos. 30 - 31 R.CasaSilva 30-31 completa | Page 186

Rodol fo R amír e z S oto eventos desastrozos producto de tal desinte- rés, motivo por el cual Dios decide dejar a sus manos, en las que confía plenamente, la tarea de terminar la elaboración del ser humano mientras él pone en orden la tierra y no la vuelve a desoír. Su única petición para las manos es que una vez terminada su tarea le muestren el producto final. Lamentablemente la criatura se cae de las manos de Dios sin que Dios la vea finalizada, lo que hace que Dios se quede sin saber la verdadera forma del ser humano y tenga que verse obligado a fijarse en los pequeños cambios que se suceden en la tierra pues solo en estos detalles, que son con- secuencia de la relación entre el ser humano y la tierra, al creador se le revelará lo creado. Como ven el cuento además nos da razón de la idea de la relación que para Rilke se establece entre la concepción de la obra de arte y el artista. Veamos ahora cómo es posible para el artísta llegar a terner tal confianza en sus manos como la que le tiene Dios a las suyas en el cuento anteriormente referido. Esa es una de las primeras cosas que Rilke aprende con Rodin. La respuesta es simple y no hay secreto alguno: con trabajo. Un trabajo exigente y dis- ciplinado; un trabajo constante e incansable. Solo con la repetición del trabajo se alcanza la destreza que permite crear grandeza. De allí que para Rodin aquello que llamaban la «inspiración» no existiera, para él en el arte todo resultado satisfactorio es producto del trabajo cotidiano y de la paciencia. ¿Cuáles son las fases de este trabajo? Primero se realiza, con absoluto rigor e imparcialidad, la observación. ¿Dónde se fija la mirada? En los detalles, pues solo en ellos se puede captar la esencia real de Los estilos pictóricos en la poesía de Rilke lo observado, lo más produndo de las cosas se nos revela justo en los pequeños detalles que se observan en la superficie. Detalles que por demás son los puntos de contacto que le permitirán luego a las manos desarrollar la segunda parte de este esquema que será la de utilizar la técnica que saben de memoria, que tienen aprehendida, para representar a través de ella la esencia de las cosas. Este método que aprende de la convi- vencia con Rodin Rilke lo va a aplicar a su poesía y es así como deja de trabajar con poemas nacidos de las entelequias, los pensamientos y las ideas, para dedicarse a la elaboración de unos textos que nacen de la observación, con esa mirada sintiente de Worpswede, de las cosas concretas. Poemas a los que llamará «poema-cosa» y que serán los que conforman sus libros Nuevos Poemas y La otra parte de los Nuevos Poemas. Quizá sea La Pantera el más famoso de los poemas de Rilke elaborados durante esta segunda etapa. Leámoslo: La pantera (París, en el Jardín Des Plantes) Su vista se ha cansado tanto de ver pasar los barrotes, que no retiene nada. Le parece que hubiera mil barrotes y tras los mil barrotes ningún mundo. El suave andar, de pasos elásticos y fuertes, que se vuelve en el más mínimo círculo, es cual danza de fuerza en torno a un centro, donde aturdida está una gran voluntad. Solo a veces se aparta, sin ruido, la cortina de la pupila… Entonces una imagen penetra, atraviesa la calma en tensión de los miembros… y deja de existir dentro del corazón. 18 magistralmente el proceso aprendido con el escultor, es el titulado Fuente Romana el cual les comparto a continuación: Vemos como en este poema opera un acercamiento un tanto cinematográfico al objeto: primero se nos ubica en la mirada del animal, vemos los mil barrotes después de los cuales no hay ningún mundo; luego nos ubica en los ojos de la fiera y finalmente resvalamos al tiempo con la imagen que penetra al interior de su corazón. A diferencia de los poemas leídos ante- riormente aquí juegan un papel determi- nante los detalles: el suave andar en círculo, los pasos elásticos, la cortina de la pupila apartándose, la tensión de los miembros, generan la atmosfera determinante que da el contexto en el que podemos entender la caida de la imagen que deja de existir dentro del corazón. Sin estos detalles sería imposi- ble sentirla y comprenderla. Hay quienes además han querdio dar a este poema una explicación sicológica y han propuesto que aquí además se puede ver el proceso que propone Rilke que se opera en el poeta en relación con la imagen poética la cual lo afecta en su cotidianidad para germinar luego en su interior. Pero esa no es materia de esta charla. Otro «poema-cosa» que no puedo de- jar de citarles en este aparte, pues ilustra Dos pilas, la una sobrepasando a la otra desde un antiguo y circular borde de mármol, y el agua inclinándose, suavemente, desde la de arriba, hacia el agua que la esperaba abajo, quieta, Rilke, R.M., (1991). Nuevos Poemas I. Madrid. España. Ediciones Hiperión. Traducciones de Fe- derico Bermúdez-Cañete. (p.93) 19 Rilke, R.M., (1991). Nuevos Poemas I. Madrid. España. Ediciones Hiperión. Traducciones de Fe- derico Bermúdez-Cañete. (p.161) 18 Fuente romana Borghese en respuesta callada a la que habla en voz baja y en secreto, mostrándole, como en el hueco de la mano, el cielo tras lo verde y tras lo oscuro, como un objeto desconocido; extendiendose ella misma en el hermoso cuenco, tranquila y sin nostalgia, círculo tras círculo, bajando soñadora, solo a veces, gota a gota, por los colgantes musgos hasta el último espejo, que desde abajo, suavemente hace sonreir a su pilón con desbordamientos. 19 r e v i s t a r e v i s t a  