Revista Casa Silva Nos. 30 - 31 R.CasaSilva 30-31 completa | Page 182

Rodol fo R amír e z S oto dormitorio pequeño y una sala de estudio tranquila. ¿Eso no te tienta?” Le escribirá Vogeler a Rilke en el verano de 1899. Solo hasta agosto de 1900 Rilke caerá en tal tentación. Un mes después de su llegada, el 10 de septiembre de 1900, el poeta escribirá en su diario lo siguiente sobre el lugar que ha creado el pintor: “En verdad esto es un cuento de hadas. Me encuentro en una casa enteramente blanca, con fronstispicio, perdida en medio de jardi- nes; estoy rodeado de cosas bellas y nobles, los cuartos están cargados del espíritu de un creador. Me siento en sus butacas soña- doras, me regocijo con sus flores, me miro en sus espejos y sus relojes se dirigen a mí como a su dueño. Ahí vivo, solo, siempre esperando[…]” 13 Esta casa de los abedules se había convertido en el punto de encuetro de los pintores: Fritz Mackensen, Otto Modersohn y Hans am Ende, quienes se habían radicado en Worpswede en 1889 buscando alejarse de los cánones de la pintura oficial y con el deseo de desarrollar sus propios modelos y estilos pictóricos. Poco tiempo después, además del propio Heinrich Vogeler, se habían sumado a ellos Frizt Overbeck y Carl Vinnen. Paula Becker, Clara Westhoff —una escultora exalumna de Rodin con quien Rilke se casará hacia el final de su estadía en Worpswede— y Martha Schroeder Los estilos pictóricos en la poesía de Rilke completarán el núcleo de esta comunidad artística que con el tiempo se terminaría transformando en una pequeña colonia de artistas emergentes. Allí llega Rilke. La colonía de Worpswede se va a carac- terizar por querer marcar y reinvindicar su independencia al respecto de las grandes aca- demias artísticas de la época las cuales se ce- ñían a la idea, dictada por el Romanticismo, de la naturaleza como maestra. El grupo de aristas de Worpswede buscaba alejarse de la reproducción de la mera apariencia mientras exploraba diferentes caminos que le permitieran adentarse en la comprensión y el apropiamiento de la esencia íntima de las cosas. Esta nueva relación con el entorno natural la van a proponer específicamente desde la mirada al espacio abierto de la lla- nura contrario a los bosques y los castillos en los que se desarrolló el Romantisismo alemán y a los que los integrantes de la colonia les darán la espalda. Al respecto de este giro escribirá Rilke, en su célebre ensayo sobre Worpswede, lo siguiente: «En el romanticismo alemán hubo un gran Rilke, R.M., (2000). Diarios de juventud. Madrid, España. Pre-textos. Traducción prólogo y notas de Eduardo Gil Bera. (p.209) Traducción leve- mente modificada. hoja que cae consuma al caer una de las más grandes leyes del mundo. 15 Esta legalidad que nunca se detiene y en cada mirada se consuma silenciosa y serenamente, hace de la naturaleza un tal evento para este grupo Esta mirada serena y silenciosa que pro- pone la colonía del Pantano del Diablo se va a caracterizar entonces por ser una mirada que se pone frente a las cosas y cae sobre ellas como una caricia que poco a poco se asienta en lo más profundo de su interior. Una mirada que al tiempo que ve siente. Esta nueva mirada sobre el entorno será lo que Rilke aprende en Worpswede. “Aprendo a ver” podría decir como dice su Malte, pues en adelante su mirada sobre la naturaleza no será ya más la mirada que se pierde en la ensoñasión de lo que la naturaleza le inspira sino la que pretende posarse sobre las cosas y comprenderlas en su profundidad. Una muestra de la aplicación de este “mirar sintiendo” se puede apreciar en los siguientes poemas de Rilke que encontramos justamente en su Libro de las imágenes: Presentimiento igual que un héroe de una novela de Turge- niev a una muchacha, de la cual aquél dijo: “amo a Sofía especialmente cuando me siento de espaldas a ella, esto es, cuando la pienso, cuando la veo en mi mente frente a mí, espe- cialmente en las tardes, sobre la terraza…” Soy como una bandera rodeada de distancias. Los vientos venideros los barrunto y tengo que vivirlos […]Esos jóvenes que durante años se academía “se voltearon —como escribió Runge— hacia el paisaje: buscaron algo determinado en esta indeterminabilidad”. mientras aún las cosas en lo bajo ni siquiera me rozan: las puertas aún se cierran suaves y hay calma en las chimeneas; las ventanas no tiemblan aún y el polvo es aún pesado. de jóvenes.» 14 amor hacia la naturaleza. Pero la amaron sentaron impacientes y no contentos en la 13 El paisaje es determinado, sin azar, y cada Rilke, R.M., (2017). Worpswede. (Introducción). Traducción de Alexander Caro Recuperada de http://www.otroparamo.com/2017/08/15/de- rusia-worpswede-rilke-frente-al-espacio-de-la- llanura/ 14 Pero yo noto ya las tormentas y como el mar me enarco. Y me despliego y luego me hundo en mi interior y me echo a tierra y estoy solo por completo en la enorme tormenta. Progreso Vuelve a oirse más alto el rumor de mi vida profunda, cual si corriera ahora entre orillas más anchas. Las cosas me resultan cava dez más afines y cada vez las imágenes más nítidas. De lo inefable me siento confidente: con mis sentidos como pájaros me alzo hasta cielos ventosos desde el roble, y en el día quebrado del estanque se hunde, cual por peces llevada, mi sensibilidad. Soledad La soledad se parece a la lluvia. Se alza del mar y corre hacia las tardes; de las llanuras lejanas, remotas, sube hacia el cielo, que siempre la guarda. Y desde el cielo cae a la ciudad. r e v i s t a r e v i s t a  