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R afae l Cad e na
Po e m a s
Mandelstam Entre amigos
Vivo
¿a quién debo este honor? En el silencio que se hace
de pronto
cuando conversamos,
a veces pasa un ángel,
a veces pasa un dios
y a veces pasa
el tirano,
el dueño de la casa,
el señor de adentro.
Mi alma vacila. Dante me acompaña
a través de la noche soviética.
Yo vago entre las ruinas
de la Hélade.
No puedo huir.
Esconde
los poemas, Nadezda,
¿Cómo pudiste, César
destruir
nuestra vivacidad?
he abandonado toda esperanza
a la entrada del campo.
El único que habla ruso
no podía olvidar.
Un dios perdona,
un semidios no.
Los gritos
se pierden en la vastedad de mi país.
No deja de acechar
nuestra morada.
Un día
se apoderará de la puerta
y será el único visitante.
No permitirá entrar ni salir.
Se instalará con las llaves
donde no lo podamos ver.
Por compañía,
el miedo,
sus zarpas
al acecho para caer
a cualquier hora,
y tú
conllevándolo
en calles,
hoteles,
castillos,
piel a piel.
Sólo la oscura hebra
de la carta
desplegaba el suave señorío
de su dibujo.
Cuántas líneas
para resistir
al margen de las fiestas
que la époque
multiplicaba
frente a la sangre
inminente.
también
algunos encuentros
con gentes de la letras
y con damas aristocráticas
y princesas que tu conversación
habría cautivado.
Obra de la palabra,
flor de la boca – la llamó Hölderlin.
(Pasternak
te vio en un tren
conversando con su padre
y cuenta que nunca
había oído a nadie
hablar alemán
como tú).
Aunque irresistible en verdad
– dicen –
era el silencio que te circundaba,
como otro aire.
La demasía
de asentir,
el fasto de asir no reteniendo
como manos que olvidan,
nos labran,
nos erigen,
nos deshacen
para de nuevo levantarnos
más firmes
a pesar de recaídas,
extravíos,
distracciones,
los usuales desvíos que tú
supiste eludir
con férrea suavidad,
desmesurado obrero.
El diálogo según un dictador
Versión originaria: Cuando yo dialogo no
quiero que me interrumpan.
Versión segunda: Yo dialogo, pero advierto
que no cedo en mi posición.
Versión tercera: En diálogo, los que me
contradigan deben reconocer
de antemano
su error.
Versión cuarta: Después de
cavilar, dictamino
humildemente que el diálogo
es
innecesario.
el discurso humilde,
el del alma a punto
– temblorosos
sucesos –
r e v i s t a r e v i s t a