Revista Casa Silva Nos. 30 - 31 R.CasaSilva 30-31 completa | Page 26
Car l o s faja r d o Fa ja r d o
asaltada, plena de preguntas, lanzadas como
en susurro o sonoro murmullo, lúcido y
provocador, que rivaliza contra la multitud
de gritos y escándalos de un mundo poco
dado a escuchar al silencio. Porque es hacia
el silencio sonoro que tienden sus poemas.
En ellos escuchamos la cotidianidad exal-
tada, transformada en una cierta metafísica
material que se asombra de la diversidad
terrestre y, sin embargo, la condensa en una
sola exclamación, una declaración amorosa,
precisa, esencial, sin rodeos.
Rafael Cadenas encuentra la consagra-
ción del misterio en la complejidad de las
cosas, que, desde su condición temporal,
enriquecen al poema y al poeta a pesar
de su contingencia. A contracorriente del
tratado y de los sistemas totalitarios filosó-
ficos; en contravía a las verdades absolutas,
Cadenas prefiere el fragmento, el silogismo,
la conjetura, el ensayo, lo que le garantiza
ser libre en las búsquedas creativas. Tal es
el enigma seductor de su poesía. Desde ella
nos dice: “recibe mis ojos milenarios / mi
cuerpo repetido / el susurro de mi alma”. O
bien, “ya no sé quién soy / si oigo mi nombre
/ ignoro qué designa ese sonido / tan raro
“. Sus poemas como extraños y hermosos
aforismos penetran en la piel dejando una
huella temblorosa de permanente fugacidad.
Su gravidez reflexiva, junto a la levedad de
lo mistérico, proyecta una poesía que hace
pensar, da qué pensar. Poesía íntima que bajo
la presión de una cotidianidad desgarrada
nombra, con la serenidad de los lúcidos, un
mundo insoportable, y lo nombra con una
palabra depurada que exalta la inmediatez
vital de los acontecimientos, del ir y venir
permanente.
Carto gr a fí a de los e s pe j os
Por supuesto que en esta entrega al
mundo se encuentra la conciencia de la de-
rrota, de todo inútil esfuerzo en este vivir sin
posibilidades y a la intemperie. Y desde esa
conciencia de las pérdidas surge la ironía, el
reírse no solo del poder y de las instituciones,
sino de sí mismo. Por ello se burla de lo que
ocurre y de aquello que a él le ocurre. Cito
sus versos: “Un día pregunté en qué podía
ayudar y la respuesta fue una risotada”;
“yo que soy objeto de risa para mí mismo
(…) que he sido humillado por profesores
de literatura (…) que he sido dado de baja
en todas partes por inútil (…) que ansío la
inmovilidad perfecta y la prisa impecable…”
Al hacernos caer en cuenta de la inutilidad
de nuestras pasiones provoca uno que otro
escalofrío, ya que deja al hombre en su des-
pojo, sin defensas ante los buitres de una
realidad tiránica y perversa.
Quizás sea esta una de las fuentes más
exquisitas y maravillosa de su poesía, la
cual no se entrega de forma total, sino que
esconde sigilosa esa joya que el lector debe
encontrar y comprender en su reflexión sen-
sible, entender la subjetividad escindida que
en ella gravita, el furor y el temor con el cual
asume su fragilidad.
Si, poeta Cadenas, usted nos hace en-
tender que todo poema guarda, funda una
pregunta, que lleva en sí la belleza de lo
terrible y lo terrible de la belleza, y que en
tanto ello se mantenga todavía es posible la
poesía, la grata presencia de sus milagros,
pues, como usted lo escribe: “el misterio
tiembla en todas partes, también en nosotros,
pero no nos percatamos”.
POEMAS
DE
RAFAEL CADENAS
¿Sabías
en tus adentros
que los poemas no bastan?
¿Para qué esculpir
la palabra,
carentes?
¿Se espera oír
diciendo?
¿Qué se busca
excavando con ella
en tierra endurecida?
¿Quién puede hablar
sin saberse
milagro?
Cada encuentro nos protege de la memo-
ria. Entre nosotros ningún momento es rey.
Todos nacen, resuenan y desaparecen. Eres
tú la que le dice a la inmovilidad: detente.
Escoges el mejor vino, el que transporta la
intensidad, el vino de los atentos.
Lo que miras a tu alrededor
no son flores, pájaros, nubes,
sino
existencia.
No, son flores, pájaros, nubes.
Historia
Abro la ventana y veo un ejército que re-
coge sus víctimas. Espectros que llevan en
brazos espectros, y adonde camino descubro
sus bocas. La penuria de sus trajes no es
nada frente a la de sus ojos, y al pus del
heroísmo, ¿qué decir de todo eso? Cuerpos
transparentes al sol, con tejido de fantasmas.
Si olvido, aún sé que siguen recogiendo
víctimas – apenas comienza – y no hay fin,
durará hasta la noche y todas las noches
y mañana y pasado mañana y después y
siempre. Dentro de dos, cinco, nueve, cin-
cuenta, doscientos años abriré nuevamente
la ventana y la escena no habrá variado. Los
espectros serán los mismos otros, pero ella
no se alterará, no habrá modificación, una
corrección de última hora.
r e v i s t a r e v i s t a