Revista Casa Silva Nos. 30 - 31 R.CasaSilva 30-31 completa | Page 24
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Carto gr a fí a de los e s pe j os
No soportaba
la idea de vol-
ver a mudarse
de casa, aunque
fuera por última
vez. El perro se
le había adelan-
tado, sobresal-
tado por el castigo de su propio
oído. Ni siquiera en el interior de
la piedra había ya silencio, podía
oír la lenta erosión. No sabía qué
dirección había de tomar. Los
rastros eran tan numerosos que
ya no era capaz de descifrarlos.
En otro tiempo había creído que
el mundo podía escribirse con
palabras, desde el principio.
Al pronunciar las palabras
estas se convertirían en cosas,
obedeciendo a su nombre. Esto
convertía a toda lengua en sacra.
Ahora ya no sabía si era cierto. Las cosas que lo rodeaban se habían encerrado cada vez más
en sí mismas, como si supieran que iban a volver a perder sus nombres. Se preguntó cómo
sería si ya nada se llamara de ninguna forma, si todas las cosas no fueran más que ellas
mismas. Tomó su maleta y se demoró aún un rato ante la ventana de su casa vacía. Afuera
había parado el viento. Ya nada volaba. Pensó en la primera palabra, y luego en la última, y
se imaginó que una voz pronunciaría un día en algún lugar esa última palabra, igual que la
misma voz u otra exclamó en otro tiempo la primera. Las cosas, desprovistas de su nombre
y abolidas, las palabras borradas, hasta que tampoco la primera hubiera sido pronunciada.
Solo después volvería a hacerse el silencio. Solo después volvió a hacerse el silencio.
Ich wollte zeigen, daß die Worte
sich selbst oft besser verstehen, als diejenigen
von denen sie gebraucht werden.
Friedich Schlegel
He querido mostrar que las palabras
se comprenden a menudo mejor a sí mismas
que aquellos que las emplean.
RAFAEL CADENAS
Y LA
CONSAGRACIÓN
DEL
MISTERIO
Por Carlos Fajardo Fajardo
E
n un sugerente verso, Rafael Cadenas confiesa que escribe “como
quien se inclina sobre el cuerpo que ama”, y en otro nos revela
una de las múltiples coordenadas de su luminosa escritura, cuando
leemos: “que cada palabra lleve lo que dice/ que sea como el temblor que
la sostiene/ que se mantenga como un latido”.
Con una “palabra sin atavíos”, con una palabra que se construye como
enigma, de forma esencial, sintética, la poesía de Rafael Cadenas levanta
para el lector la conciencia del misterio, despojándose de toda retórica
innecesaria, pues más que inventariar las múltiples presencias, las invoca,
las insinúa e invita a que, tras unas cuantas ocultas pistas, encontremos
la metáfora sugerida, continuemos el poema.
Y es desde el misterio que nos habla este poeta. De allí la plenitud de
su aparente hermetismo luminoso, el cual nos da noticias de una intimidad
r e v i s t a r e v i s t a